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Estrategias para combatir el plagio académico

8 abril, 2021 by María de los Ángeles Sánchez Trujillo Deja un comentario


Estrategias para combatir el plagio académico


Es evidente la necesidad de formar estudiantes universitarios íntegros y con las competencias requeridas para que puedan desenvolverse en la sociedad en la que viven y aportar significativamente en su desarrollo. Sin embargo, es preciso afirmar que, en el ámbito universitario, los alumnos recién ingresantes presentan diversas dificultades que les impiden lograr las competencias deseadas. Una de estas limitaciones se vincula con su incapacidad de diferenciar las ideas ajenas de las propias en los trabajos de investigación que realizan y, por tal motivo, incurren al plagio. En muchos casos, estos estudiantes no son conscientes de la falta que cometen y, más bien, su error se debe a la falta de habilidades de investigación que les permitan buscar información confiable, procesarla de manera adecuada y generar un texto propio a partir de los insumos leídos. A partir de lo anterior, es preciso considerar, desde los cursos en los que los estudiantes deban leer fuentes diversas y producir textos académicos, ciertas estrategias orientadas a desarrollar sus competencias de investigación y de expresión escrita. Tales estrategias deben estar orientadas a la formación de habilidades de búsqueda, procesamiento y análisis de información, así como de redacción y revisión textual.

En primer lugar, se puede considerar la aplicación de estrategias de búsqueda de información, las cuales deben permitir que los estudiantes identifiquen los criterios esenciales de identificación de fuentes confiables, adquieran habilidades para buscar información en repositorios digitales y buscadores académicos especializados, y valoren la importancia del uso de palabras clave en los motores de búsqueda. Asimismo, una estrategia relevante es el registro de la información hallada, por ejemplo, en un portafolio digital en el que deberán consignar los datos de la fuente, entre los que se incluyen el tipo de fuente, el autor, el link de acceso, entre otros. De esta forma, la citación posterior de las fuentes se realizará con mayor facilidad al contar con todos los datos requeridos para tal efecto.

En segundo lugar, las estrategias de procesamiento de información cobran especial relevancia, por lo que se puede incentivar a resaltar las ideas claves, realizar resúmenes adecuados, y a elaborar organizadores gráficos sintéticos de la información leída. En este grupo de estrategias, se puede emplear matrices de procesamiento en las que el estudiante, en una primera columna, traslade la información literal clave de las fuentes, acompañada de los datos bibliográficos respectivos, y, en una segunda, la parafrasee de manera constructiva. De este modo, los docentes podrán identificar si las paráfrasis son correctas al compararlas con las ideas textuales procesadas.

En tercer lugar, las estrategias de análisis permiten evaluar la información hallada y, dependiendo de la consigna de su trabajo académico, identificar si cuenta con la información suficiente para realizarlo o si debe buscar fuentes extras para complementar su labor. Para tal caso, se puede emplear listas de cotejo en las que se evalúen las fuentes halladas y la información procesada. Para ello, se puede proponer ciertos criterios de evaluación, tales como pertinencia, actualidad, solidez, nivel de profundización de las explicaciones, entre otros.

En cuarto lugar, es preciso aplicar estrategias de redacción que permitan al estudiante trasladar adecuadamente sus ideas parafraseadas a un texto propio, de acuerdo con la naturaleza del escrito que deba redactar. Por ejemplo, si se trata de un ensayo, deberá conocer cuál es la estructura que suele poseer este tipo de texto, y, sobre la base de ello, planificar su trabajo con un esquema de redacción, teniendo en cuenta los insumos que posee. A partir de ello, irá clasificando la información procesada y podrá redactar con un orden y secuencia adecuados. Asimismo, dado que ya cuenta con la información bibliográfica de cada idea, podrá trasladarla de manera más fácil al texto, considerando el sistema de citación con el que se esté trabajando. Es preciso, asimismo, incentivar que el estudiante incluya reflexiones propias (si el tipo de texto lo permite), aclaraciones, inferencias, ejemplos, entre otros. Todos estos recursos le permitirán “apropiarse” de su texto y hacerlo más explícito al lector. Igualmente, si, durante el proceso de redacción, cree necesario reemplazar alguna expresión previamente construida o buscar más información de complemento, se le debe permitir hacerlo. En tal sentido, la redacción debe concebirse principalmente como un proceso de ida y vuelta, el cual demanda cierto tiempo de análisis y revisión continuos.

Finalmente, es preciso incentivar la aplicación de estrategias de revisión textual, las cuales se orientar a que, por ejemplo, el estudiante sea capaz de diferenciar las ideas de los autores de sus fuentes de las otras, y de asegurarse de que los datos de referencia están adecuadamente consignados. Igualmente, el alumno debe asegurarse de que toda la información incluida en su texto sea comprensible; caso contrario, deberá “traducirla”, empleando un estilo propio de redacción. Para tales procesos, se puede aplicar fichas de autoevaluación y coevaluación, contando con la mediación del docente. Este proceso puede estar acompañado del uso de algún software antiplagio, pero no como medida punitiva, sino como medio de corroboración de la originalidad del trabajo, de modo que se le pueda brindar al estudiante la posibilidad de mejorar su trabajo, si fuera el caso, antes de la presentación del producto final.

En suma, es evidente la importancia de la aplicación de estrategias didácticas diversas orientadas a combatir el plagio académico. Para ello, se requiere incorporarlas, en la medida de lo posible, en la propia práctica docente y realizar un seguimiento continuo al estudiante.

De modo presencial a modo virtual: Como afrontar el cambio en la forma de enseñar

29 mayo, 2020 by Guillermo Quiroga Deja un comentario

Hay eventos que disparan el cambio y hoy en el sector educación estamos ante uno de ellos. Pienso que para la educación virtual se ha abierto una gran oportunidad. Te animo a sumarte a este viaje al futuro.

Por esta razón, les comparto algunas ideas que pueden ayudar a todos los profesores a enfrentar el desafío de enseñar en formato on line cuando gran parte de su vida han dictado presencial. Como ha sido mi caso. Para animarnos, no se olviden que nuestro cerebro es plástico, eso significa que si queremos podemos aprender nuevas cosas a pesar de la edad o costumbre. Todo depende de la actitud.

Además, les comento que he revisado muchos sitios especializados con ideas y consejos para enseñar en forma virtual. La mayoría se centra en los factores ambientales. Conexión, vestimenta, iluminación etc. Son muy importantes esos consejos, pero esto es sólo el piso o lo mínimo. Por ello, pienso que conversar sobre temas de fondo es muy pertinente.

Quizás la primera idea fuerza a tener presente es que no hay segunda oportunidad para una primera impresión. En ese sentido, es vital empezar las clases on line con la actitud y energía correcta. Abiertos a la tecnología y sobre todo a las sorpresas. Con esto no quiero minimizar los inconvenientes técnicos o problemas que surgirán. Simplemente el mensaje consiste en no perder perspectiva. Los alumnos con el tiempo puede que no se acuerden mucho de lo que se les enseño. Pero jamás olvidarán como se hizo.

La segunda idea importante es intensidad: Qué cada clase cuente. Para mí esto es lo más importante de todo. Al final de la sesión tanto nosotros como los alumnos digan, a pesar del esfuerzo ha valido la pena. Si nosotros como docentes hemos dado nuestro mejor esfuerzo y los alumnos han aprendido algo que les sirva para su crecimiento profesional; se ha producido un aprendizaje significativo y el logro está cumplido.

Hemos de transmitir a los alumnos seguridad. Sobre todo, al principio. Vamos despacio construyendo paso a paso. Tanto ellos como nosotros con el tiempo y la repetición lo haremos cada día mejor en formato virtual. Es muy oportuno enfocar la clase como si fuese una conversación uno a uno. Esta forma de enseñanza lo permite. Un dato importante es que bajo la modalidad on line muchos alumnos pierden el miedo escénico. Por tanto, es una gran oportunidad para que nosotros y ellos descubramos juntos nuevos talentos. No nos olvidemos que el poder de la educación radica en la transformación personal de cada alumno.

Planificar muy bien la clase en segmentos determinados y hacer breves pausas activas. Tener ejemplos e historias relacionadas al curso preparadas para comentar. Compartir videos cortos que dan frescura a la clase. Usar poco a poco todas las herramientas que la plataforma nos ofrece. Experimentar, será divertido para nosotros y los alumnos. No nos angustiemos por la evaluación. Apelemos a su responsabilidad y profesionalidad. Son ellos los principales interesados en aprender. En tal sentido, las evaluaciones deben ir en la línea del desarrollo del pensamiento crítico y de las competencias del curso. Ya no hace falta aprender de memoria como antes, todo está al alcance de la mano en la red. 

Finalmente, paciencia y buen humor. Hay cosas que no controlamos: conectividad, suministro de energía eléctrica nuestra y la de los alumnos. Por ello, ante un problema técnico tomarlo con calma. No nos angustiemos si perdemos 10 minutos. Luego los recuperamos. Volver a intentarlo hasta que funcione. Los alumnos valorarán más nuestro esfuerzo y buen humor ante la adversidad. Si transmitimos energía negativa por más que tengamos la mejor tecnología la experiencia no será la mejor.

A medida que avancemos en el proceso estoy seguro de que surgirán excelentes aprendizajes. Por lo tanto, lo mejor es empezar e ir un día a la vez y veremos cómo nuestras clases on line se convierten en una excelente alternativa de formación.

*Artículo publicado en el LinkedIn: https://pe.linkedin.com/in/guillermoquirogap , 23 de marzo de 2020.

¿Preparo mi clase para enseñar o para que el alumno aprenda?

28 noviembre, 2019 by Tito Viale Deja un comentario

Cuando preparamos y organizamos nuestra clase no debemos hacerlo pensando únicamente en qué vamos a decir o cómo lo vamos a decir. La organización de la clase debe ir más allá de la preocupación del docente por centrar el desarrollo de la misma en su dictado. Debemos incorporar tareas para que el estudiante tenga una actitud activa durante la clase y no se limite únicamente a desarrollar las habilidades intelectuales que corresponden a la situación pasiva de escuchar al profesor. Se debe procurar que el estudiante involucre en su proceso de aprendizaje más habilidades intelectuales que le ayuden a desarrollar el aspecto cognitivo, con lo cual, el docente pasaría a tomar un rol de mediador y así entregarle el protagonismo al estudiante: de manera que se evidencie un equilibrio entre el docente, el estudiante y las tareas o actividades diseñadas para tal fin.

En este sentido, resulta preocupante que nosotros, los docentes, con frecuencia, planifiquemos nuestras clases previendo centralmente lo que diremos en nuestra exposición, cuando podría ser más fructífero para el aprendizaje de los alumnos que nosotros también planifiquemos actividades y tareas para que las realicen los estudiantes a fin de aprender los temas de las asignaturas. Es urgente que los estudiantes empiecen a desplegar mayor actividad intelectual que únicamente la implicada en escuchar al docente; pero es urgente, también, que los docentes cambiemos nuestra visión en relación con el aprendizaje de los estudiantes.

En concordancia con lo mencionado, señalamos que el alumno es el principal responsable de su propio aprendizaje y nosotros debemos diseñar nuestras clases para asegurar que así sea. En la medida en que no logremos que el alumno aprenda de manera autónoma, seguiremos formando profesionales incapaces de cambiar la sociedad en la que vivimos. El país necesita profesionales que forjen su futuro y sean los líderes del cambio, capaces de resolver los viejos problemas de la sociedad de una manera creativa.

La propuesta es, entonces, que sea el estudiante el que “trajine” durante la clase y lo ilustraremos de la siguiente manera: la intervención del profesor debe ser la necesaria y suficiente. La figura del alumno es la que debe destacar, debemos buscar que el alumno acceda al conocimiento con entusiasmo, lo que ocurrirá si el alumno es el protagonista del sistema de enseñanza-aprendizaje. El profesor debe representar en el aula un recurso más para el aprendizaje del alumno.

El conocimiento que debe adquirir un alumno es importante, pero mucho más relevante es el proceso de aprendizaje que logre él mismo. Se espera del profesor que favorezca el aprendizaje de sus alumnos en una atmósfera de tolerancia y respeto; se le pide, además, crear situaciones de aprendizaje variadas y estimulantes en lugar de imponer un conocimiento de forma omnipotente. Pretendemos colocar en el centro del sistema de enseñanza-aprendizaje, al alumno, alrededor del cual debe girar la institución, el profesor y los conocimientos. Finalmente, lo que se busca es minimizar el protagonismo del profesor en el salón de clases.

Para mayor profundización sobre este tema, te invito a leer mi artículo “ORGANIZACIÓN DE LA CLASE: ¿PREPARO MI CLASE PARA ENSEÑAR O PARA QUE EL ALUMNO APRENDA?”:  https://revistas.upc.edu.pe/index.php/docencia/article/view/7/150

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