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Reactivemos el país sin retrocesos

30 junio, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Legislar es una labor que requiere un conocimiento profundo de la realidad social, pero sobre todo una evaluación a priori, responsable y transparente de los efectos inmediatos que producen las iniciativas legislativas, mayor aun en esta coyuntura de pandemia y crisis de un gran sector de la economía nacional.

Al parecer, poco o nada se ha tomado en cuenta al redactar el proyecto de Ley 5039: Ley de Continuidad Laboral durante la declaratoria de emergencia sanitaria producida por el COVID-19 y hasta 30 días hábiles después. Con ello se pretenden frenar las decisiones empresariales vinculadas a los contratos laborales.

Iniciativas de Ley como la propuesta pueden parecer en un momento altamente beneficiosas para trabajadores formales pero en la práctica generan exactamente el efecto contrario, pudiendo incluso contribuir -en tiempos de coronavirus- a un quiebre sistémico de nuestra economía y peor aún, contrario al régimen económico de nuestra Constitución.

Los efectos de la situación de emergencia nacional y mundial se han sentido desde los primeros días de marzo, las empresas de distintos rubros de la economía nacional se están reinventando en esta coyuntura, amparándose en la libre iniciativa privada,  la libertad de trabajo, la libertad contractual y la estabilidad jurídica que propician adecuarse y a futuro generar inclusive nuevos puestos de trabajo.

Es contraproducente detenernos, cerrando los ojos ante una realidad, poniendo ataduras a las empresas para condenarlas a morir, cerrando las posibilidades de tomar decisiones que promuevan a futuro reactivar la economía y generar empleo, inclusive en mejores condiciones para los trabajadores.

Medidas como la propuesta por el FREPAP en el corto plazo pueden generar despidos masivos, que como medida extrema seguramente adoptarán la pequeña, mediana y gran empresa, en el afán de anticiparse al congelamiento de los contratos laborales y lo que es peor, un llamado a la informalidad de diversos sectores. 

Señores congresistas, es una realidad que la economía se está viendo seriamente afectada y lo que necesitamos son fórmulas legislativas innovadoras que nos permitan superar esta crisis y que el Perú se enrumbe nuevamente hacia el crecimiento económico.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 4 de junio de 2020.

La educación a distancia: de mito a realidad

30 junio, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Lo que hoy vivimos ha despertado al sector educación y su modalidad a distancia, la cual era injustamente menospreciada e incluso limitada por la Ley Universitaria. Sin embargo, se ha demostrado que esta es la mejor alternativa en el contexto actual.

De un lado, tenemos las medidas implementadas por el gobierno para que nuestros niños no pierdan el año escolar, lo que es un esfuerzo digno de apreciar. La colaboración de distintas organizaciones y el compromiso del sector han sido clave. Por otro lado, observamos instituciones educativas que utilizan plataformas de comunicación online de libre acceso intentando lograr la conectividad requerida y, así, salvar el año escolar o universitario de miles de estudiantes.

Pero estas estrategias empleadas para responder ante la emergencia, distan de los modelos implementados en países líderes en educación y de lo que una educación online de calidad debe ser.

La educación a distancia debe ser planificada. Necesita de una plataforma digital educativa especializada para esta modalidad. Las aplicaciones de contactabilidad no son suficientes. Asimismo, los cursos deben estar relacionados a prácticas que cuenten con aplicaciones o softwares a los cuales el alumno pueda acceder desde un dispositivo móvil a través de laboratorios virtuales; los materiales deben estar íntegramente digitalizados en un aula virtual para que el estudiante pueda volver a ellos en cualquier momento; las evaluaciones deben estar diseñadas para desarrollarse a distancia. Existen softwares para ello, que emplean el reconocimiento facial, la detección de movimiento para identificar la interferencia de terceras personas y la detección de búsquedas inapropiada en buscadores.

Para implementar esto necesitamos una visión clara que permita llevar la educación de presencial a la modalidad a distancia. Si con lo que soñamos es con un Perú inclusivo, también necesitamos brindar mayor accesibilidad a la conectividad para acercar el más alto nivel de educación virtual a todo nuestro país.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 1 de junio de 2020.

¡Qué tal cuento!

18 mayo, 2020 by Carlos Adrianzén Deja un comentario

Había una vez un país ubicado en una zona extraña del planeta llamada Latinoamérica, donde la gente amaba el atraso y a los dictadores (usualmente vocablos que se acompañan tanto como el atraso y la democracia no republicana). Si avanzáramos un poco más en este asunto descubriríamos que –por aquellos terruños– la adhesión al atraso, paradójicamente, se estructuraba sobre la creencia de ser ricos. Repetían que tenían abundantes recursos que podían rentabilizar (minerales, pescados, frutales, yacimientos históricos y turísticos, etc.). Pero no se daban cuenta de que, día a día, sus gobernantes hacían todo lo posible por hundir a las industrias asociadas a estas actividades. Sus regulaciones y las leyes resultaban frecuentemente absurdas. Eran prolífica y consistentemente dirigidas a inflar la burocracia, facilitar su corrupción y favorecer a sus mercaderes cercanos.

Desde la escuela primaria hasta las universidades, y pasando por los medios de comunicación, se les había dicho que, dado que eran ricos, lo deplorable de las infraestructuras en las que vivían, de las escuelas donde estudiaban, de los hospitales donde se atendían, de los juzgados donde litigaban y hasta de las comisarías y los cuarteles que los defendían, eran así solo por una buena razón. Había algunos de ellos que, por su habilidad o esfuerzo, florecían desigualmente. Estos empresarios eran igual o mucho más poderosos que los burócratas que elegían recurrentemente y sobre cuyos latrocinios o atropellos hacían la vista gorda. En buen español, las leyes se aplicaban discrecionalmente.

A sus habitantes –gente buenita– les habían hecho creer que su problema número uno no era la pobreza (dentro de la que sus mayorías vivían), sino la desigualdad. Y eran tan mal educados en esas deplorables escuelas que de verdad creían que su pobreza se explicaba por una desigual distribución de la riqueza. E incluso llegaban a pretender que el progreso que –década tras década– no llegaba, se lograba deprimiendo la libertad política y económica de la gente y … robando la propiedad ajena. Era lo justo, según una recua de brutales dictadores del área, de apellidos Castro, Perón o Velasco.

A pesar de todo, para ellos –los ricachones y los pobretones– la pobreza de cada día tenía una salida: el comunismo. Lo compraban en cada elección o dictadura en sus diferentes grados y matices: social-democracia, marxismo, comunismo, progresismo o mercantilismo-socialista. Y es que todos se construyen sobre la opresión a las libertades y el irrespeto a lo ajeno. Los hechos confirman que todas estas variantes amaban consistentemente el fracaso y, de consolidarse, lo aseguraban a los extremos niveles de Cuba o Venezuela. También en la desangrada Argentina de la Kirchner y en el resto de la Latinoamérica. Incluso en el Chile del Frente Amplio, la Nueva Mayoría y el opaco Piñera. Políticamente, y dejando encendidas retóricas afuera, sus gobiernos buscaron la opresión y el robo a quienes invierten, locales o foráneos. Y bueno pues, lo obtuvieron.

Recientemente –con la inesperada llegada de un virus proveniente de China (nación a la que nunca le pediremos indemnización alguna)– el totalitarismo en la región (esa ideología que implica erosionar libertades y respeto a lo ajeno) experimenta un impulso súbito e impensado. A nombre de protegernos de nosotros mismos –fuentes del contagio– y de cuidar nuestra salud, los burócratas proscriben selectiva y entusiastamente consumos, inversiones y producción. Todo discrecionalmente, aunque con influencia efectiva solo en los ámbitos donde las leyes rigen (el llamado sector formal).

En medio de esta terrorífica batahola los gobernantes de turno se inyectan la poderosa vacuna contra la persecución por corrupción burocrática. Cómo hubieran querido, todos esos presidentes y ministros, hoy presos o prófugos a lo largo de la región, que bajo sus mandatos se hubiera desarrollado la pandemia de marras. Nadie hablaría hoy de sus fechorías. Incluso, a nombre de proteger a la sociedad, gastarían y nos endeudarían sin tamices y discrecionalmente. De hecho, gracias al virus de marras se volvieron tan poderosos que podrían destruir sectores enteros, cerrándolos en cuarentenas medievales. También encerrar en sus casas a los que ellos definirían como gordos o flacos, o viejos, en gestación o heterosexuales, o religiosos o pelirrojos. Las distopías totalitarias descritas no hace mucho por Huxley u Orwell serían hoy una suerte de chancay de a medio. Todo esto con el beneplácito de medios de comunicación insolventes, fundaciones globales y agonizantes partidos de izquierda; deseosos de perpetuarse en el poder y –como grafican los casos de Villarán o Lula da Silva– acceder a millonarias coimas.

Respecto a la sociedad un día después de que se deje de hablar a cada instante del virus chino, no contaré mariposas. Me quedo con la visión de Houellebecq, quien sostiene que el mundo será el mismo… un poco peor. Aunque mis razones son algo más inerciales. Lo que se está cocinando es el desenlace previsible para un país como el nuestro. Uno que resulta parecido al de este no-cuento. Aquí los candidatos (mayormente aventureros o genocidas) resultan elegidos –justamente– porque optan por lo fácil. Por regímenes totalitarios, tan socialistas y mercantilistas como les resulta posible: proveedores por tanto de fracaso seguro y popular.

¿O acaso usted no está de acuerdo que –por la quimera de una contención social que el Gobierno ni se esfuerza presupuestalmente a aplicar- se avasalle la libertad económica de millones de peruanos independientes, asalariados e informales? ¿No se ha dado cuenta de que una cuarentena drástica es una fábrica de contagios? ¿Que no se redirigen presupuestos hoy ociosos –a lo largo de todo el sector público– hacia la Salud, Contención y Contraloría? ¿Que ya no hay lucha anticorrupción burocrática? ¿De la escala mínima con la que se ayuda a la gente en desgracia? ¿Qué se está prohibiendo producir, consumir, invertir y hasta ser empleado? ¿Que las próximas elecciones con voto virtual van a resultar extremadamente predecibles?

Sí, es muy cómodo creer que quien avasalla nuestras libertades nos está protegiendo. Russell nos recordaba que resulta, en cambio, tremendamente extenuante reflexionar en general y mucho más particularmente en casos concretos. En la semana pasada, en una de esas redes donde se escribe poquito (en aras a evitar mayores complicaciones) leía a una señorita sentenciar a quienes esbozaban alguna crítica. Poco reflexivamente repetía: quien es feliz no critica. Pero ya sabemos que en el Mundo Feliz de Huxley nadie criticaba al Gobierno.

*Artículo publicado en el Portal El Montonero en la sección Columnas, 11 de mayo de 2020.

Liderazgo responsable en tiempos de crisis

30 abril, 2020 by Jack Zilberman Deja un comentario

David Kessler ha publicado diversos libros sobre grief, cuya traducción sería duelo, aflicción o dolor. Este tiene varios niveles. Desde la incertidumbre por un mundo que ha cambiado, pasando por la ansiedad, la negación y luego la aceptación de la pandemia hasta el control adquirido por el lavado de manos, por mantener la distancia, por el trabajo remoto, por comprar lo necesario, por quedarse en casa. El sexto nivel, sin embargo, nos impulsa a maneras diferentes y más empáticas de responder.

El Gobierno ha liderado esta etapa aplicando un plan económico muy audaz, sin precedentes, poniendo como prioridad la salud de todos los peruanos, según palabras de la ministra de Economía, María Antonieta Alva. La solidez macroeconómica, luego de tres décadas de disciplina fiscal y de aprovechamiento de la globalización, permitirá aplicar medidas de estímulo y apoyo social por más de 25,000 millones de dólares equivalentes al 12% de nuestro PBI. El costo del necesario y oportuno estado de emergencia, según el IPE, significa la paralización del 50% del PBI.

Las libertades individuales de todos los peruanos han colocado por delante al bienestar de la comunidad, se ha recuperado no solamente el respeto y solidaridad con el prójimo, sino también un nuevo sentido de autoridad con el Gobierno, Policía y Fuerzas Armadas. Nos duele tener más de 30,000 infectados, 33,000 detenidos y, en especial, cada uno de los fallecidos. Nos preocupa mucho la supervivencia de las empresas y la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo.

Hoy estamos, como sostiene Harari, frente a una crisis global en la cual las decisiones que las personas, empresas y Gobierno tomen en las próximas semanas probablemente darán forma a nuestra realidad económica, social y política de los próximos años. Este momento representa una gran oportunidad de cambio para las empresas, consumidores y sociedad.

La crisis va a pasar y los líderes responsables tendrán una verdadera ventaja competitiva para sus empresas e instituciones, una vez que la economía se reactive. La sociedad necesita que las empresas e instituciones sean impulsores de soluciones y los consumidores confiarán en aquellas que tengan un propósito elevado con valores sociales y éticos. Los empleados necesitan un trabajo digno que los desarrolle profesionalmente y los proveedores de apoyo para poder sobrevivir a la crisis.

Tenemos ya consensos sobre la relevancia de la salud y la educación, sobre la necesaria reducción de la informalidad y el incremento de la competitividad, así como sobre la priorización de las inversiones en proyectos de infraestructura y saneamiento. Recordemos que toda crisis tiene una fecha de vencimiento, una solución y un aprendizaje.

*Artículo publicado en el Diario Gestión en la sección Opinión, 6 de abril de 2020.

Pensar. Innovar. Repetir.

25 noviembre, 2019 by Carlos Letts Deja un comentario

Desde su concepción y lanzamiento, Thinknovation se ha expuesto ante la Comunidad UPC como un congreso internacional que busca difundir la innovación y las buenas prácticas del management, para lo que se ha invitado a destacados ponentes locales e internacionales desde su primera edición en el 2014. A este propósito se ha incorporado la reciente consigna de volver protagónica la relación entre negocios y tecnología, menos desde una perspectiva técnica cercana al argot ingenieril, más hacia el “democratizar” su uso en otros campos, desde el cómo lo implementamos hasta el cómo lo medimos, y todo el proceso transformativo que implica su ejercicio

Esta transformación -de la dimensión digital tanto como de la humana- permite reflexionar acerca del impacto social que ha tenido la aparición (y aceptación) de nuevas tecnologías: la mirada histórica nos facultará imaginar las oportunidades aparecidas con la primera revolución industrial a fines del siglo XVIII (así como la protesta febril de sus primeros afectados: los artesanos textiles de Manchester). Y recordar, con mayor o menor esfuerzo, las consecuencias de la introducción del chip, el procesador y la computadora en la empresa, y el ámbito doméstico (cerca de 1980); las que continúan su marcha en las evolucionadas formas de la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data, tendencias abordadas este año por Thinknovation.

Es la nuestra una era de cambios o un cambio de era, como propuso Augusto Zimmermann, director de Operaciones de la UPC, mientras compartía la experiencia de incorporar una IA en los canales de atención al alumno. Un cambio de era que explora los capítulos iniciales de una mayor integración entre el mundo offline y el online. En tal sentido, Thinknovation pudo contar con la participación de empresas como Google y Microsoft, encargadas de hacer más comprensibles las oportunidades de emprendimiento que surgen en un contexto donde los objetos cotidianos tienen la capacidad de comunicarse entre sí.

Es la nuestra, una era dominada por el prefijo “Hiper” (detalle anotado por Gilles Lipovetsky; hágase el ejercicio de colocar el prefijo delante del sustantivo de su preferencia): nos resulta cómodo asegurar nuestra inmovilidad frente al vuelo vertiginoso  de los cambios suscitados por la fuerza incontenible de la digitalización, una fuerza que trae consigo la pletórica invasión de opciones por evaluar, entornos para (des)(re)aprender, y decisiones que tomar; y que exige -con antipática indiferencia- un permanente esfuerzo cerebral que angustia, estresa y dejan exangües nuestras buenas intenciones de productividad. Ergo, meditación y masajes en el trabajo.

En la economía digital, como afirma Douglas Rushkoff, crecer es una instrucción inapelable (a veces en conflicto con la definición de prosperidad). Cuando las empresas, grandes y pequeñas, coinciden en ese crecimiento desde la contribución social, se evidencia un curioso desenlace: el avance tecnológico termina por rescatar y entrenar aquellas fibras que nos permiten “ser humanos”, sobre todo en las generaciones mileniales (y sospecho centeniales). La ponencia de Andrea de la Piedra (Aequeales) permitió comprender cómo las “hipermétricas” (Big Data + algoritmos), partiendo desde un vector solidario, ayudan a diseñar mejores políticas para un entorno laboral balanceado y justo. Quizás no lo sabemos y estamos encaminados a la “hiperhumanización”.

A estas alturas resulta incuestionable lo útil que es para la innovación -piedra filosofal de nuestros días- el considerar una variedad de pensamientos y miradas que terminan por nutrirla: formar, consolidar, liderar y empoderar al equipo multidisciplinario es la compleja divertida meta que todo emprendedor y empresario deben tener como prioritaria. Golan Malka, teniente coronel del ejército israelí, experto en ciberseguridad, y ponente en Thinknovation, demostró lo fundamental que es para el éxito de una startup el tener al equipo adecuado (viniendo de un militar, el énfasis en teamworking no es casual).

Todo equipo debe considerar a un creativo, dogma incorporado en la santísima trinidad estartapera (sic) del hipster, el hacker y el hustler. Cabe recordar que la creatividad no es moneda exclusiva de una profesión, sino ingrediente en potencia de cada individuo. Así adquieren pleno sentido las palabras del Dr. Min Basadur, experto canadiense en innovación aplicada, al afirmar que son cuatro los perfiles creativos que conforman un equipo: el generador, el conceptualizador, el optimizador y el implementador; que a su eficiencia deben sumar la flexibilidad y la adaptabilidad; y que quizás lo más importante es definir el punto de partida correcto, que permita fluidez y libertad de acción sin sacrificar la claridad del objetivo. Y ese punto de partida es el famoso “How might we…” (¿Cómo podemos hacer para…?)

Thinknovation nos permite conocer de primera mano las exploraciones -aciertos y errores incluidos- que las empresas más importantes vienen realizando en esta integración con las nuevas tecnologías, donde queda claro que el eje preeminente es la persona y el equipo, y que la creatividad debe acompañar a la solidaridad (o viceversa). La tecnología, mientras tanto, sigue siendo una herramienta, ciertamente cada vez más humanizada, pero cuyo espectro de aplicación se viene expandiendo de maneras insospechadas. Ante esta realidad, y de este lado del mundo, curiosidad y expectativa son los sentimientos que mandan: los resultados de la encuesta de Mozilla Foundation dejan ver un amago de esperanza, ¿quizás por proyectar en la IA sólo nuestras más nobles virtudes, nuestros valores platónicos, nuestro esforzado progreso?

Fuente: Mozilla Foundation, 2019.

Manual para acabar con la pobreza

30 octubre, 2019 by Carlos Adrianzén Deja un comentario

¿Quién no ha sido tentado por hacer una comparación entre gobiernos? Los simpatizantes con cada personaje o con la ideología que este venda nos repetirían que toda comparación resulta odiosa. Discrepo. Las comparaciones, cuando basadas en evidencias, sirven. Nos instruyen respecto a ciertas causas y efectos. Nos puede ayudar a establecer quiénes acertaron y quiénes fueron pura retórica o unos incapaces como gobernantes. Por ello, los invito a regresar a la pregunta inicial: ¿Quién habría sido el mejor presidente del Perú? O para ser más preciso ¿Bajo qué presidencia –dados los congresos o la ausencia de estos, los antecedentes institucionales o los precios externos recibidos– nos habría ido mejor?

Nótese que desarrollar esta comparación implica pisar un terreno peligroso. Los partidarios del régimen con mejor evidencia lo apreciarán, el resto, estará furioso y lo etiquetará. A pesar de ello, revisemos la data. Espero que ustedes, apreciarán las lecciones. Para tratar de dibujar una respuesta a tal interrogante sirve de mucho facilitar las cosas. En este ejercicio usaremos los valores promedio de cada periodo presidencial (dividiéndolos entre los primer y segundo gobiernos de Belaunde Terry, García Pérez, Fujimori Fujimori; y las administraciones quinquenales de Humala Tasso, Toledo Manrique, de la dictadura militar de Velasco Alvarado y Morales Bermúdez ergo cerraremos con lo que va de la inconclusa administración Kuczynski-Vizcarra).

Así, en cada periodo compararemos los valores de las variables objetivo de la discusión (PBI por persona, población ubicada debajo de la línea de pobreza y tasa de incidencia de la pobreza) sobre las cuales estructuraremos cuatro observaciones. Estas sirven de base empírica para estructurar un sucinto manual para acabar con la pobreza, ofrecido en el título del presente artículo.

La primera observación compara la evolución del nivel de vida de un peruano promedio desde los días del primer gobierno de Belaunde Terry a la actualidad, bajo la accidentada gestión del sucesor del preso Kuczynski Godard. En este se contrapone la estable relación negativa entre el producto por persona en dólares constantes del 2010 de un peruano con los valores -estimados y publicados- de la tasa de incidencia de la pobreza monetaria a largo de once administraciones consecutivas. Aquí la línea de éxito la dibujará quien haya crecido más o reducido la pobreza monetaria en su periodo de gobierno.

Una precisión estimado lector. Como desde 1964 al 2000 no está publicada la tasa de incidencia de la pobreza, pero existe una estable conexión estadística entre las dos variables a nivel nacional y regional en el periodo 2001-2018, introduciremos un estimado de la incidencia de pobreza nacional y por regiones para el lapso faltante. En base a estas cifras construimos los promedios referenciales de pobreza monetaria desde el primer gobierno de Belaunde Terry hasta los finales de la segunda gestión fujimorista.

Este ejercicio resulta relevante e ilustrativo. Es relevante porque –grosso modo– las mismas variables que modelan estadísticamente el PBI por persona (términos de intercambio, valores rezagados, flujos de comercio exterior e inversión privada) explicarían también la pobreza. Es ilustrativo porque nos dibuja un altamente verosímil cuadro de escasa reducción de pobreza entre los años sesentas y finales de los noventas. Por aquellos años la reducción de pobreza era mínima casi una quimera. Su incidencia fluctuaba alrededor del 53%, cerca un tercio en Lima y Callao y el doble, en el resto del Perú. Sus recetas supuestamente salvadoras, subsidios masivos, controles de precios, barreras comerciales y mucha burocracia probaron ser fracasadas sino jugar el rol de sanguijuelas. Por ejemplo, la gestión del –adorado por algunos– dictador Velasco Alvarado, generó (en su mandato) medio millón de nuevos pobres; y en los años de influencia posteriores a éste, 6.7 millones de pobres.

Observación I: Ilusiones afuera

Ilusiones afuera, la evidencia de once administraciones consecutivas dibuja la primera observación. Y ésta deja sin piso a los subsidios y sus burócratas (y sus midis y sus foncodes y sus frondosas burocracias progresistas). Solamente altas tasas de comercio exterior e inversión privada reducen se asocian consistentemente con un mayor producto por persona… y mucho menor pobreza. Aquí el campeón fue la inercia post noventas y sus reformas de mercado.

La segunda observación nos refuerza la lección anterior. Tanto el Lima y Callao como fuera, habría sido el crecimiento económico –de todas las regiones y a lo largo de seis administraciones consecutivas– el que cambió la vida de millones de compatriotas.

Observación II: Mejores gobiernos

Algo que los cientos de reportes progresistas difícilmente podrán esconder es el que, desde la llegada de Fujimori Fujimori a Palacio de Gobierno, la pobreza monetaria se redujo a virtualmente su tercera parte fuera de Lima.

La tercera observación aquí es amarga. Bajo últimas dos administraciones –Humala Tasso y Kuczynski-Vizcarra – el promedio de reducción anual de la pobreza se ha comprimido notablemente. La apuesta gubernamental por mayor intervención estatal, trabas a los negocios, elevación de la presión tributaria a los formales y poco respeto por la propiedad privada y el orden público han tenido nefastas consecuencias. Invertimos menos, crecemos menos, reducimos la pobreza mucho menos.

Observación III: Se acabó el auge

La cuarta y última observación de esta secuencia sobre la evolución de la pobreza monetaria sugiere que -en las dos últimas administraciones- gracias a su apuesta por mayores gastos e intervenciones burocráticas cada vez reducimos menos la pobreza de nuestra gente. Nuestro entusiasmo por la burocracia salvadora dibuja otra vez el vocablo pobreza.

A propósito, el gobierno del difunto García Pérez tiene el registro más (y también menos) exitoso reduciendo la pobreza en el Perú de los últimos sesenta años.

El resto de gobiernos de centro izquierda –Humala Tasso, Velascato, Toledo Manrique, etc.- tuvieron, como era previsible, promedios mediocres y mucha retórica.

Observación IV: ¿Regresa la pobreza?

Del último gráfico merece destacarse como hemos pasado de sacar de la pobreza a un ritmo promedio de 1.3 y 2.3 millones de compatriotas en Lima y fuera de Lima –bajo la gestión aprista- a solamente 0.1 millón en Lima y Callao y regenerar pobreza fuera de Lima, en medio millón de compatriotas, a lo largo de la gestión actual.

El Manual

  1. La pobreza se reduce consolidando instituciones que respeten la libertad y los derechos de propiedad.
  2. La elevación de trabas, presupuestos y tributos –para redimensionar la burocracia- no reducen la pobreza. No se asocian a mayores inversión privada, comercio exterior y producto por persona. Ergo, enervan la pobreza.
  3. A mayor tamaño relativo del gobierno, mayor incidencia de la pobreza monetaria. En la revisión histórica de los últimos once gobiernos nacionales, la fase de mayor pobreza se asocia con un aparato estatal que fluctúa alrededor del 60% del PBI. La mejora ulterior se asocia a un tamaño relativo del gobierno equivalente a la mitad (ver primer gráfico).
  4. Como contrasta nuestra historia, los gobiernos con menor énfasis marxistoide (menor fe en el accionar burocrático y mayor confianza en las empresas y personas) han reducido en mayor medida la incidencia de pobreza, dentro y fuera de la capital. Y viceversa.
  5. La pobreza tiene pies. La población más joven, educada o emprendedora escapa de la pobreza regional o nacional emigrando a otros lugares con mayores niveles de ingreso.
  6. Cuando un candidato le ofrece acabar con la pobreza inflando prebendas desde el Estado… se está burlando de usted.
  7. Finalmente, la evidencia contrasta que –aun descartando el efecto estadístico de los términos de intercambio- el presidente que registró más éxito reduciendo la pobreza fue uno interesado entusiastamente en promover inversiones: el difunto, Alan García Pérez.

*Artículo publicado en el Portal El Montonero en la sección Columnas, 23 de setiembre de 2019.

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