Si nos ponemos a analizar la gran parte de los cambios educativos del siglo XXI han estado marcados por cambios tecnológicos en el mundo del trabajo y la vida social. En este contexto en que las universidades hemos migrado nuestras clases a un formato virtual, es importante resaltar e impulsar la utilidad de las nuevas tecnologías de IA para reducir las barreras de acceso, automatizar la gestión, y optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje digital.
En los últimos treinta años, los intentos por integrar tecnologías digitales en la gestión del aprendizaje han sido objeto de políticas públicas en muchos países, pero el ritmo de adopción ha sido mucho más lento de lo esperado, debido a factores determinantes como el presupuesto que el Gobierno asigna actualmente a la Innovación y Desarrollo (I+D), centrado en el 0.08% del PBI. En otras partes del mundo se están realizando inversiones de gran envergadura para liderar la innovación en IA, al mismo tiempo que se invierte en desarrollar profesionales con habilidades digitales, capaces de adaptarse al cambio radical que enfrentamos cada cierto tiempo. China, por ejemplo, lanzó en 2016 un plan para convertirse en un polo de desarrollo de IA y ordenó a las agencias a cargo de la educación en los gobiernos locales invertir el 8% de su presupuesto en la digitalización de las escuelas según UNESCO.
En otros países desarrollados, la IA ha adquirido una relevancia cada vez mayor en las agendas de investigación, innovación empresarial y desarrollo educativo. La IA ha demostrado su aporte especialmente en la personalización del aprendizaje y al análisis de datos a nivel de los sistemas educativos. Algunas de ellas van desde la corrección automática de pruebas de selección múltiple, hasta la verificación de asistencia de los estudiantes, entre otras. Una aplicación muy útil de la IA son los chatbots adaptativos en la que los estudiantes pueden absolver sus inquietudes, hacer reclamos o dar seguimiento a procedimientos administrativos, como por ejemplo el trámite para solicitar un proceso de recategorización. El uso de estos chatbots ha sido implementado principalmente en instituciones de educación superior para ayudar a los estudiantes a planificar sus cursos. Esto ha generado una disminución del tiempo requerido para realizar dichas tareas, así como un aumento en la tasa de retención del estudiantado según el World Economic Forum. En nuestro caso, creamos nuestro chatbot Alma UPC, a través de esta personificación del sistema, logramos una experiencia más familiar y cercana utilizando un lenguaje natural en la comunicación con los estudiantes.
Otra de las fortalezas de la IA aplicadas a la gestión educativa son los modelos predictivos. Por ejemplo, en el Perú, la UPC fue la primera universidad en implementar un algoritmo de IA alimentado por una base de datos histórica con más de 60 mil alumnos, que nos permitía conocer, de acuerdo a un comportamiento predictivo, cuáles serían las dificultades académicas de los alumnos en cada ciclo. De esta manera nos asegurábamos de darles la ayuda y el acompañamiento necesario en las áreas que requerían reforzamiento, logrando reducir considerablemente el porcentaje de deserción estudiantil.
Pienso que el Estado podría replicar este modelo predictivo, creando una gran base de datos educativos acumulados a nivel de Perú. Esta base podría ser alimentada por cada UGEL y Dirección Educativa Regional, favoreciendo de una forma ágil a las decisiones de política educativa nacional e igualmente optimizando la gestión pedagógica de los administradores locales y docentes. Para esto es crucial que el Estado desarrolle e incorpore nuevos algoritmos de IA capaces de identificar patrones y predecir escenarios que apoyen estos procesos de toma de decisiones. En Latinoamérica se destaca el ejemplo de Uruguay, país que posee uno de los sistemas educativos mejor digitalizados de la región. En 2016, allí se dio inicio a un proyecto apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dirigido a sentar las bases de un sistema nacional de analítica del aprendizaje que permita monitorear y procesar los datos educativos disponibles en el país. Esto con el objeto de adaptar las prácticas de enseñanza y así mejorar los desempeños escolares y disminuir la deserción.
Si realmente queremos transformar el sistema educativo, debemos ser capaces de visualizar el futuro de la educación y anticiparnos hoy con los indicios y evidencias de otros sistemas educativos en el mundo que están impactando positivamente en el desarrollo de la sociedad como Finlandia, Nueva Zelanda o Australia. Esta transformación está centrada básicamente en una mayor personalización del aprendizaje gracias a sistemas adaptativos como la IA.
*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 22 de octubre de 2020.