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La Realidad Virtual (RV) en el futuro de la educación

7 abril, 2021 by Marisol Suárez Deja un comentario

Una de las principales tendencias que mostramos en mi blog a inicios de este año era el fortalecimiento de la experiencia de aprendizaje a través de herramientas tecnológicas como la Realidad Virtual (RV), la cual crea entornos que simulan la realidad, y producen una interacción inmersiva con los usuarios. Las empresas la utilizan con éxito en sus estrategias de prospección, activaciones, capacitaciones, etc. pues, tiene un componente lúdico que lo hace bastante atractivo y entretenido para los usuarios.

Posiblemente, una de las mejores aplicaciones de realidad virtual es utilizarla para probar un producto. En el rubro de autos, Volvo Test Drive, por ejemplo, incluye paisajes de 360 grados, lo que permite a los potenciales clientes asociar los términos “aventura” y “Volvo” como posicionamiento en sus mentes.

Cuando hablamos del desarrollo de las EdTech, las perspectivas de utilizar la Realidad Virtual en la educación son enormes y las predicciones de los expertos también son bastante optimistas. Es más, podemos asegurar que la pandemia ha acelerado significativamente el desarrollo y la adaptación de tecnologías en el proceso educativo. Un informe publicado en noviembre por la consultora IDC estimó que el gasto en realidad virtual durante 2020 alcanzaría los US$18.800 millones, un 78% más que en 2019.          

La RV tiene una gran capacidad de estimular los trabajos y las experiencias de aprendizaje en un entorno educativo. El año pasado, cuando el Gobierno decretó el estado de emergencia, y muchas universidades se vieron forzadas a adaptar sus cursos a un formato virtual, nosotros, que ya veníamos desarrollando la transformación digital desde hace diez años, aprovechamos la oportunidad para ejecutar la Realidad Virtual en nuestros cursos. Por ejemplo, en la carrera de Arquitectura, los alumnos, desde la comodidad de sus casas, participaron en visitas guiadas a museos y al Centro Histórico de Lima, gracias a la aplicación de RV en dichos programas. En otras carreras como Medicina e Ingeniería, se utiliza para el entrenamiento de los estudiantes en cirugías, diseño y construcción de edificaciones.

Imagínense que un estudiante de medicina, en medio del confinamiento, tuviera que llevar cursos prácticos sobre procedimientos quirúrgicos. Si el Gobierno tomara alguna medida de fuerza mayor que impidiera la presencialidad de los cursos prácticos, los estudiantes de la UPC no atrasarían su plan de estudios, gracias a estas herramientas tecnológicas. Al simular diversas situaciones en entornos controlados, los estudiantes tienen una oportunidad única de acumular “horas de vuelo” en perfeccionar sus habilidades profesionales de cara al futuro. La RV resuelve estos problemas ofreciendo a los estudiantes la oportunidad de equilibrar la teoría y la práctica de una manera segura y de bajo costo. En el siguiente video podrán ver cómo un país como Corea del Sur aplica la RV en el sector educativo: Clic aquí

Las emociones juegan un papel importante en el proceso de aprendizaje. Generalmente, nosotros aprendemos más cuando nos encontramos con situaciones que nos impactan y generan una impronta positiva en nuestro cerebro. La RV tiene esa capacidad de hacer foco en los pequeños detalles que ocasionan recuerdos y emociones positivas asociadas al estudio. Es una herramienta muy interesante para capturar la atención de una generación millennial que, prácticamente, usa las herramientas tecnológicas como una extensión de sí mismos.

Por el lado docente, estas tecnologías permiten la creación de aulas virtuales, de esta manera los profesores pueden proyectar sus clases a estos espacios. Por ejemplo, las conferencias de los principales profesores de Harvard y Yale pueden estar disponibles para cualquier estudiante que tenga gafas de RV y la app correspondiente en su teléfono móvil. Además, la capacidad de rentabilizar un curso de capacitación dentro de la RV es muy interesante para el modelo de generación de ingresos de las universidades.

Como hemos visto, las oportunidades para usarla en la educación no se limitan a algunos cursos o aplicaciones. Si realmente tenemos un espíritu innovador y mucha curiosidad por explorar diferentes alternativas, veremos la manera de aplicar la RV a cualquier área que sea de nuestro interés. El reto será tener la cultura de innovación adecuada que facilite la creación de estos entornos virtuales, desarrollar cursos de calidad con RV, invertir en el equipo necesario y realizar los cambios necesarios en el plan de estudios. Les aseguro que valdrá la pena intentarlo, y los estudiantes lo recordarán por el resto de sus vidas.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 30 de marzo de 2021.

Estrategias docentes (¿tips?) para el primer día de clases virtuales en la universidad

15 marzo, 2021 by Tito Viale Deja un comentario

Para la mayoría de los docentes, y por diversas razones, el primer día de clases en la universidad siempre ha sido el día más esperado e importante del ciclo. Tan así, que nos preparamos con muchas expectativas para ese día. Es el día en el cual nos presentamos y establecemos el primer contacto con nuestros alumnos con quienes vamos a convivir durante las 16 semanas de duración que tiene el semestre académico. ¿Nos ponemos nerviosos? Pues seguramente que sí (a pesar de los tantos años que tenemos como docentes universitarios). Pero este nerviosismo no debe inmovilizarnos sino, todo lo contrario, debe llevarnos a la acción.

En cierta forma, las estrategias para el primer día de clases dependerán del estilo del docente, del público objetivo, del medio que utilicemos para comunicarnos, etc. Pero sean cuales sean las estrategias, estas no están escritas en piedra. Lo que veremos a continuación es una recopilación de las mejores prácticas para el primer día de clases recogidas (y practicadas) por los autores del presente artículo.

Para empezar, podemos afirmar que el primer día de clases empieza antes del primer día de clases.

¿Qué significa esto? Que debemos tener todo listo antes del primer día de clases. Es muy importante que el curso que vamos a dictar esté completamente diseñado con la debida anticipación y, además, debe estar alojado en el aula virtual con la cual trabajaremos de modo que durante el ciclo nuestra principal preocupación será el aprendizaje de nuestros alumnos y no el diseño del curso. Es muy importante que nos enfoquemos al 100% en el aprendizaje de nuestros alumnos.

Por otro lado, debemos añadir que debemos conocer bastante bien la plataforma con la cual vamos a trabajar de modo que podamos aprovecharla al máximo y así optimizar el uso de todas sus herramientas. Ojo: no se trata de usar por usar las herramientas del aula virtual. Estas deben estar alineadas con las competencias que queremos desarrollar en nuestros estudiantes. Según un documento de la universidad de Palermo (2015)1, esta elección debe ser consciente, intencional y selectiva. De esta manera, nos preparamos para orientar a nuestros estudiantes a familiarizarse con el entorno virtual.

Recomendamos, también, y previo al inicio de clases, averiguar por el perfil de nuestros futuros alumnos: ¿son cachimbos?, ¿qué porcentaje de repitentes tenemos?, ¿son alumnos de los últimos ciclos?, ¿cuál es la distribución por género?, ¿trabajan o están haciendo sus prácticas profesionales?, etc.

Llegado el primer día de clases, ingresemos al aula virtual unos 20 minutos antes del inicio de clases. Verifiquemos que todo esté en orden. Luego, ingresamos a la videoconferencia (con unos diez minutos de anticipación) y vemos que los alumnos van ingresando uno por uno y nosotros los vamos saludando por su nombre a través del chat o haciendo uso del micrófono.

Llegada la hora de inicio de la clase, prendamos la cámara para darle la bienvenida a los alumnos al curso y a la universidad. Si son “cachimbos”, felicitémoslos por el inicio de su carrera y por la decisión que han tomado de estudiar en la universidad. Aprovechemos, también, para explicarles brevemente la estructura académica de la universidad; deben saber que tienen un(a) coordinador(a) de curso, el(la) director(a) de la carrera, el(la) vicerrector(a) académico(a), etc. Seamos cálidos y cordiales. Digámosles que estamos para ayudarlos en su aprendizaje y que como consecuencia de ese aprendizaje deben aprobar el curso. Luego, durante la clase se puede apagar la cámara (esto, para evitar que se sature el Internet) y podemos encenderla, nuevamente, al momento de despedirnos.

Presentémonos de manera muy breve. En esta presentación hagámosle ver al alumno que conocemos el curso de “cabo a rabo” y que tenemos mucha experiencia docente y profesional (de ser el caso). Esto le inspira confianza y tranquilidad al estudiante. Procuremos siempre, y de manera muy breve (no se trata de generar debate), hacer un comentario de la actualidad que estamos viviendo. Actualmente, podemos dirigirles unas palabras en relación con la pandemia. Desearles que ellos y sus familiares se encuentren bien de salud y pedirles que se cuiden usando mascarilla, guardando distanciamiento social y siguiendo los protocolos del caso.

Si bien algunas universidades ya caminaban en la dirección de la virtualidad, todos nos vimos impactados por la pandemia generada por el Covid-19. Esto empujó al sistema educativo peruano a un entorno virtual. Debido a esto, sugerimos destacar los aspectos positivos de esta situación. Hay que decirle al alumno que un curso virtual sacará lo mejor de ellos y que los colocará en el centro del sistema de enseñanza aprendizaje. Digámosles que uno de los objetivos que queremos lograr en ellos es que se hagan responsables de su propio aprendizaje. Para esto, presentémosle a los alumnos la estructura de nuestro curso en el aula virtual, de modo que el estudiante pueda ingresar a cualquier unidad en cualquier momento y sepa atender los requerimientos del curso. Es muy importante que se familiaricen con el aula virtual. Establezcamos los medios de comunicación que usaremos fuera de las horas síncronas, tal vez indicarles que se podría crear un grupo en alguna red social o usar alguna que ya está creada. Comprometámonos a responder sus consultas realizadas durante las horas asincrónicas (aprendizaje autónomo) en un plazo no mayor de 24 horas.

A continuación, presentemos el curso con palabras sencillas. Esta presentación debe ser altamente motivadora (podemos apoyarnos con algún video o PPT). Luego, leemos las partes más saltantes del sílabo junto con los alumnos destacando aquellas en las que se señalan los logros y las competencias. A continuación, sugerimos presentar claramente “las reglas del juego”. Hay que decirle al alumno cómo será evaluado. ¿Qué competencias adquirirá? El alumno debe tener claro que cuando acabe el curso se irá con un añadido que no tenía antes de empezarlo. Digámosles, también, que la clase se grabará para que aquellos que tengan problemas de conexión o no pudieron asistir a la clase la vean en cualquier momento. Antes de terminar la clase orientemos al alumno en las actividades que debe realizar de manera asíncrona antes de la siguiente sesión síncrona.

Luego, es importante presentar las “Reglas de convivencia” (micrófono y cámaras apagados). Puntualidad. Levantar la mano para intervenir. Entrega de los trabajos y evaluaciones a la hora establecida y a través del canal establecido. Uso del chat.

Cuando las clases eran presenciales, podíamos retener el nombre de algunos alumnos y llamarlos por su nombre. Esto generaba un fuerte impacto, pero ahora que las sesiones son virtuales y tenemos el nombre de nuestros alumnos a la vista, esto ya no genera el mismo impacto. Lo que sugerimos, es referirnos a los comentarios hechos por nuestros alumnos de modo que los alumnos a pesar del supuesto anonimato se sienten identificados porque el profesor valora su comentario. En el transcurso de la clase podemos plantear preguntas dirigidas a todos, pero también dirigidas con nombre propio.

Los dejamos con una frase muy conocida (tal vez trillada), pero que cobra vital importancia en nuestra presentación como profesores el primer día de clases. Debemos tener en cuenta que “no hay una segunda oportunidad para una buena primera impresión.”

¡Muchos éxitos en el primer día de clases!

Artículo escrito por:
Héctor Viale, Director de la Oficina de Prospección Académica de la UPC.
Armando Novoa, Profesor a tiempo completo del Departamento de Ciencias – Campus San Miguel.

1 Extraído de Summer Training (2021)

¿Es (in)útil la bibliografía tal como la conocemos actualmente?

3 marzo, 2021 by Tito Viale Deja un comentario

En un artículo anterior (https://enfoque.upc.edu.pe/2021/02/01/un-hallazgo-relevante-que-variables-son-las-que-mas-se-relacionan-con-los-resultados-de-las-encuestas-academicas/), relacionamos algunas de las variables de la encuesta académica con el fin de conocer qué aspectos tienen mayor relación con el resultado final del profesor.

En este artículo, analizaremos la variable o constructo que tiene menos relación con el resultado final del profesor y propondremos algunos modelos e ideas que podrían mejorar su relación con el resultado de la encuesta académica.

Una verdad que no podemos ignorar es que todo ha cambiado y que ahora más que nunca debemos tener presente que “en educación, nada está terminado”. ¿Cuándo terminará la pandemia y volveremos a reunirnos presencialmente en el proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿Volverá todo a ser como en el 2019? ¿Estaremos capacitados y tendremos las competencias necesarias para los nuevos retos que se vienen? Tenemos muchas preguntas y, tal vez, debido a la incertidumbre en la cual vivimos, ninguna respuesta. Lo que podría ocurrir es que la nueva normalidad implique cambios en el sistema de enseñanza aprendizaje. Es por esto que debemos aprovechar lo aprendido en este último año y motivar en nuestros alumnos nuevas destrezas y habilidades.

Para el rediseño de los cursos, en la etapa de planificación, debemos tener en cuenta los resultados finales, no solo en lo que se refiere a las notas de los alumnos o porcentajes de aprobados de nuestra sección, sino también a los resultados de la encuesta académica; así como los comentarios de los alumnos, los intercambios de ideas en las reuniones con los delegados, las opiniones de los profesores, etc.

¿Qué hemos encontrado en esta oportunidad? Que existen algunas variables que aportan más a un mejor resultado en la encuesta académica y otras que claramente se relacionan fuertemente con el resultado de la encuesta académica y otras no. ¿Qué debemos hacer entonces? Detectar cuáles son las mejoras posibles que hagan que todas las variables tengan una mejor relación con el resultado de la encuesta del profesor.

¿Qué evidencia tenemos? En el Gráfico N° 1, se evidencia que la variable “La bibliografía me sirvió en el curso” es la que menos promedio tiene en la Encuesta Académica (en el gráfico solo mostramos las dos variables con mayor promedio y las dos con menor promedio; las variables expresadas como preguntas son bastante más).

Gráfico N° 1. Ciclo académico 2020-2. Promedio de diversas variables de la encuesta académica. (Fuente propia)

En el Gráfico N° 2, se muestra las dos variables que tienen una mayor relación con el Promedio Docente y las dos que tienen menos relación.

Gráfico N° 2. Ciclo académico 2020-2. Relaciones entre diversas variables y Promedio Docente (Fuente propia)

Queda claro entonces que, bajo cualquier análisis, el constructo “La bibliografía me sirvió en el curso” necesita nuestra atención al momento de planificar el curso. Creemos que, así como aquí hemos analizado un curso de matemática de una universidad limeña, este punto debe estarse repitiendo también en los otros cursos y por ello es necesario su análisis y propuesta de soluciones.

¿Por qué se están dando estos resultados? Es difícil saberlo, pero creemos que tiene relación con 2 temas interesantes:

  • Los alumnos están cambiando su sistema de aprendizaje, valorando las actividades para comprender, aprender, aplicar, ser motivados, etc., (ver Gráfico N° 2) y los libros “tradicionales” han cambiado mucho en su forma (exquisitos gráficos, cuidadosa tipografía, cuidado en contenido teórico referido a la carrera hacia donde vaya orientado el libro, etc.) pero no incluyen, en su gran mayoría actividades que permitan que el alumno aprenda, ni lecturas muy motivadoras,  o relaciones con sus carreras o con la realidad del país y de su entorno.
  • Los alumnos valoran mucho (ver Gráfico N° 1) el dominio del profesor en el curso y el ambiente que crean durante la sesión de clase, esto conlleva a que prefieran revisar el documento de la clase (PPT) o la grabación antes que revisar la bibliografía que más bien tiende a complicarlos.

La bibliografía que tanto valorábamos los estudiantes que ya pasamos los 50s (o incluso menos…) ahora resultan documentos que los alumnos no los encuentran atractivos ni necesarios de revisar pues su profesor lo explicó mucho mejor, lo entendieron y tienen el clima de aprendizaje adecuado para preguntar, pedir más ejemplos, pedir que repita algún tema, valoran el clima y dominio del profesor.

¿Qué hacer? Nos parece que debemos revisar qué entendemos como bibliografía para un curso universitario y qué posibilidades tenemos dentro de nuestras casas de estudios para poder técnicamente usar estos recursos. La RAE indica que bibliografía es la “Relación o catálogo de libros o escritos referentes a una materia determinada”. Más adelante, la misma RAE, en otra definición señala que estos escritos pueden proceder de “diversos soportes”, por lo que entonces no debemos solo entender como bibliografía a los libros de las editoriales acaso podamos a partir de ahora verlos como bibliografía complementaria. O tal vez, sea mejor llamarlos recursos de aprendizaje. Concluyendo, sabemos que nuestros alumnos valoran mucho el contacto y la forma en la que enseñamos de manera síncrona, pero ¿seremos capaces de crear materiales de cada sesión o unidad del curso, que además de la teoría, ejercicios resueltos y propuestos, incluya motivaciones y actividades que le permitan organizar su autoaprendizaje y su fase de transferencia? ¿Seremos capaces de hacerlo no solo como un libro tradicional pasado a PDF a todo color, sino que además tenga vínculos a actividades que se puedan desarrollar personalmente o en equipos de manera asíncrona y que se depositen en algún repositorio donde incluso se puedan mostrar luego, que vincule con las grabaciones de clase y que incluso permitan compartir con el profesor asincrónicamente algún tema que no está claro en la bibliografía? ¿Podremos usar otras plataformas multimedia sabiendo que nuestros alumnos se sienten cómodos en esos medios y actualmente tenemos herramientas que antes solo las tenían los profesionales de la edición o de tecnología? ¿Podremos trabajar en equipo para hacer estos nuevos documentos incluyendo a ex alumnos y especialistas en la materia?

El profesor ya no es el que únicamente dicta, tampoco el que orienta el trabajo, el profesor debe desarrollar otras competencias acordes con nuestro tiempo. Nuestros alumnos creen en nosotros.

Artículo escrito por:
Héctor Viale, Director de la Oficina de Prospección Académica de la UPC.
Armando Novoa, Profesor a tiempo completo del Departamento de Ciencias – Campus San Miguel.

Motivación y enseñanza de la matemática: un matrimonio indisoluble

18 febrero, 2021 by Tito Viale Deja un comentario

Les planteo hacer un pequeño ejercicio (no se asusten, no es de matemática): cerremos los ojos y trasladémonos mentalmente a través del tiempo unos años atrás hasta nuestra época escolar. Nuestras mejores clases, ¿No eran aquellas en las cuáles nos gustaba intervenir y lo hacíamos participando con total libertad y comodidad? ¿O aquellas en las cuáles aprendíamos con mucho gusto? ¡Y lo mejor de todo es que conseguíamos buenas calificaciones! ¿Recuerdan haberse preguntado en alguna oportunidad por qué a este profesor de matemática sí le entendíamos y a este otro no? ¿Qué es lo que nos gustaba? ¿Qué nos movía?

La motivación es un vehículo metodológico que debe ser necesariamente implementado en el sistema de enseñanza-aprendizaje universitario, especialmente en los cursos de matemática.  La motivación no se reduce a unos minutos al inicio de las clases o al inicio del desarrollo de un tema en particular. Tampoco se centra en captar la atención de los alumnos solo por unos instantes al inicio de la clase. El proceso de la motivación es mucho más complejo y empieza desde la concepción del curso pasando, luego, por su diseño. La motivación no solo se dirige a la cognición de los alumnos; tiene, más bien, un alto componente emotivo, así como una gran relación con el rol del profesor, tanto dentro como fuera del salón de clase. Es por ello que el rol del docente debe centrarse, principalmente, en “inducir y provocar motivos en sus alumnos” (Díaz, Hernández; 1998). Es decir, motivarlos.

Para muchos entendidos en la docencia universitaria el sistema de enseñanza-aprendizaje, a diferencia de lo que ocurría antes, requiere de herramientas de motivación adicionales a la motivación propia por aprender que debe traer consigo cada estudiante. Solo de esta manera podrá apoderarse y hacer suyo el conocimiento impartido. Más aún en estos tiempos, ante la masificación de las universidades y la casi nula selección de los estudiantes que se proponen estudiar una carrera, es necesario contar con herramientas o vehículos metodológicos que formen parte del diseño del sistema de enseñanza-aprendizaje que capturen y sostengan la atención de los educandos. De esta manera, se optimiza la enseñanza y se alcanza el verdadero aprendizaje para un posterior desarrollo profesional competente. Los estudios de Gagné (1966) indican que estos vehículos serían la motivación y el vínculo que el docente puede llegar a establecer con sus alumnos.

Para justificar teóricamente la importancia de la motivación como vehículo metodológico en el sistema de enseñanza-aprendizaje, nos hemos basado en el planteamiento que, desde el punto de vista de la biología, hiciera Piaget en 1969. El estudio de Piaget giró en torno a las relaciones y similitudes existentes entre la vida orgánica y el conocimiento: el organismo biológico es el sujeto y el entorno o medio ambiente es el conjunto de objetos exteriores que este busca conocer.

El dictado de una clase sea cual sea la materia no garantiza el aprendizaje del alumno, pero sí debería ser desencadenante. La clase, por sí misma, no determina la adquisición de los conocimientos por parte de los estudiantes. Es el propio estudiante el que determina cuándo la clase es desequilibrante (motivadora) y, por lo tanto, cuándo logrará el cambio que se desea conseguir en él.

Si el sistema de enseñanza-aprendizaje no genera en el estudiante un desequilibrio cognoscitivo, no hay cambio ni aprendizaje por parte del sujeto. El entorno “bombardea” y el sujeto reproduce el estímulo de forma endógena. Nada del entorno representa instrucciones para él. Los organismos (y los sujetos) están dotados de autonomía para decidir cuándo llevar a cabo el cambio. La motivación y los estímulos externos ayudan a que ese cambio se produzca.

Para graficar lo anterior, voy a dar un ejemplo que un buen día, un profesor de la maestría, y amigo mío, me comentó: supóngase un gran barco que pasa por altamar y que, en su avance, genera grandes olas, de modo que los organismos que se encuentran en el fondo del mar reaccionan frente a este oleaje. Estos organismos, recálquese, no reaccionan frente al barco, sino frente al oleaje que este genera. No saben si lo que lo produjo fue un barco, un yate, un submarino, un nadador, o el paso de alguna otra especie animal más grande. Solo se estimulan ante la interacción (oleaje).

En un salón de clases, el alumno puede tener al frente, como profesor, al mejor especialista de ese curso. Pero si el docente no genera la interacción (motivación) necesaria para lograr el cambio en el alumno, el aprendizaje no se produce. También puede ocurrir lo contrario. Un profesor, aun no siendo tan especialista en determinada materia, puede tener las herramientas suficientes para generar la interacción (motivación) que logre el cambio en el estudiante.

La motivación es mucho más que dirigirse al sentimiento de los alumnos. Es una completa articulación de las actividades llevadas a cabo dentro y fuera del aula, desempeñando el profesor un rol preponderante.

Las investigaciones en torno a los desafíos o retos en las clases de matemática dan cuenta de la fuerte motivación generada en los alumnos: un entorno de clase que incentiva a los estudiantes a adoptar metas de aprendizaje (en lugar de buscar resultados) promueve el desarrollo de la motivación intrínseca. Los salones de clase deben facilitar la motivación intrínseca al enfatizar la autonomía de los alumnos, ofreciendo desafíos óptimos y la competencia necesaria que promueva la retroalimentación, comunicando una actitud de respeto y afecto hacia los alumnos.

Para mayor profundización sobre este tema, te invito a leer mi artículo https://www.researchgate.net/publication/299402518_IMPORTANCIA_DE_LA_MOTIVACION_COMO_VEHICULO_DESEQUILIBRANTE_EN_LA_ENSENANZA_DE_LA_MATEMATICA

Un hallazgo relevante: ¿Qué variables son las que más se relacionan con los resultados de las encuestas académicas?

1 febrero, 2021 by Tito Viale Deja un comentario

Descubrir qué influye en los resultados de la encuesta académica nos permite estar conscientes en qué es lo que hay que trabajar más y, adicionalmente, valorar el sentido que tiene nuestra metodología de enseñanza-aprendizaje. Es por ello, que en este artículo les presentamos los resultados que encontramos al relacionar algunas de las variables de la encuesta académica con su respectivo análisis. Para esto, hemos utilizado la función “COEF.DE.CORREL” o “PEARSON” del Excel.

Todos los docentes, en algún momento, nos hemos preguntado por las variables que mueven los resultados de las encuestas académicas (siempre quisimos saber cuáles son las variables que tienen una alta correlación con los resultados finales). Determinar esas variables puede llevarnos a mejorar notablemente aquello que los alumnos necesitan para un óptimo aprendizaje y, por qué no decirlo, a mejorar notablemente los resultados de los docentes en sus encuestas académicas.

Las encuestas académicas son instrumentos de medición utilizados por las instituciones educativas que tienen como norte la excelencia y la mejora continua como parte de su ADN institucional. El diseño de estas encuestas ha ido variando en el tiempo y, en base a la experiencia y a juicio de los expertos, se fueron eliminando preguntas e introduciendo mejoras hasta llegar a la encuesta tal como la conocemos hoy en día. Este documento final arroja resultados que, efectivamente, reflejan la práctica docente en el aula y fuera de ella (Zabalza, 2005).

¿Qué fue lo que hicimos? Hemos analizado los resultados de las encuestas académicas en un curso de matemática de una universidad peruana en el segundo periodo del año 2019 (cuando las sesiones de clases eran presenciales con una componente virtual (curso blended)) y, también, en el segundo periodo del 2020 (en la coyuntura actual con las sesiones de clases virtuales debido al Covid-19). Este curso tuvo 56 secciones en el ciclo académico 2019-2 y 47, en el ciclo académico 2020-2. Lo que veremos a continuación no obedece a una exhaustiva investigación científica. Son hallazgos que forman parte de una investigación mayor que verá la luz muy pronto. Los hallazgos que encontramos hablan por sí solos y se los vamos mostrando por delante.

Encontramos que la variable “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aprender por mí mismo” y la variable “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aplicar en la práctica lo que he aprendido en el curso” muestran una relación positiva muy alta con la variable “Promedio docente. (ver Gráfico N° 1 y Gráfico N° 2).

En el Gráfico N° 1, obtenido del análisis de los resultados del periodo 2019-2, observamos que la correlación entre la variable “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aprender por mí mismo” y la variable “Promedio docente” tienen una relación positiva muy alta (r = 0,98). En el Gráfico N° 2, obtenido del análisis de los resultados del periodo 2020-2, observamos, también, que la relación entre las mismas variables es muy fuerte (r = 0,98).

Gráfico N° 1. 2019-2. Relación entre las variables “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aprender por mí mismo” versus “Promedio docente”. (Fuente propia)
Gráfico N° 2. 2020-2. Relación entre las variables “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aprender por mí mismo” versus “Promedio docente”. (Fuente propia)

A pesar de que se trata de un análisis únicamente de dos semestres académicos, podemos adelantar algunas conclusiones que obtenemos de estos valores. De todas las variables que se evalúan en la encuesta académica, la que mayor relación tiene con el resultado final del profesor es la que se refiere a que el profesor desarrolló actividades que permitieron (al alumno) aprender por sí mismo. Por otro lado, a la luz de estos resultados, y por el lado de los docentes, podemos aventurarnos a sugerir que deben tomar en cuenta estos resultados en la etapa de planificación del curso porque ya sabemos que influyen directamente, más que otras variables, en el resultado de la encuesta y así, mejorar el diseño de actividades con materiales y herramientas que le permitan al estudiante estudiar por sí mismo.

Algo similar ocurre con la relación entre la variable “El profesor desarrolló actividades que me permitieron aplicar en la práctica lo que he aprendido en el curso” y la variable “Promedio docente”. Para el semestre académico 2020-2, los análisis llevados a cabo arrojaron una correlación de 0,97; igual que en el semestre académico 2019-2.

Por otro lado, en el breve estudio que hicimos, obtuvimos un resultado interesante y es la correlación entre las variables “Porcentaje de aprobados en el curso” versus “Promedio docente” (ver Gráfico N° 3). Para el semestre académico 2019-2, este valor de correlación está en el orden de 0,12; mientras que para el semestre académico 2020-2, está en el orden de 0,03. Estadísticamente hablando, estas correlaciones son muy débiles; y la lectura que hacemos es que no hay una relación directa entre esas variables, con lo cual se rompe el mito de que el profesor que aprueba a la mayoría de sus alumnos está muy bien calificado en las encuestas académicas y, por lo tanto, es un buen profesor.

Gráfico N° 3. 2019-2. Relación entre las variables “Porcentaje de aprobados” versus “Promedio docente”. Como puede observarse en el gráfico, no existe una correlación lineal entre ambas variables. (Fuente propia)

Algo similar ocurre con la variable “La bibliografía me sirvió en el curso” y la variable “Promedio docente” (ver Gráfico N° 4). No hay una correlación significativa entre ambas variables.

Gráfico N° 4. Relación entre las variables “La bibliografía me sirvió en el curso” versus “Promedio docente”. Como puede observarse en el gráfico, no existe una correlación lineal entre ambas variables. (Fuente propia)

Como habrán podido observar, hay variables que están altamente relacionadas con el promedio docente las cuales podemos (y debemos) ir mejorando cada semestre académico, desde el rol que nos compete: como docentes o como gestores. Esto, con la finalidad de facilitar y mejorar el aprendizaje de nuestros alumnos y brindarle “tranquilidad” a nuestros docentes. Por otro lado, si usted ha escuchado que el profesor que regala notas es bien evaluado por sus alumnos, no se preocupe pues no hay ninguna relación entre las variables “Porcentaje de aprobados” y “Promedio docente”.  ¡Les deseamos muchos éxitos en la siguiente encuesta académica!

(https://support.microsoft.com/es-es/office/funci%C3%B3n-pearson-0c3e30fc-e5af-49c4-808a-3ef66e034c18)

Artículo escrito por:
Héctor Viale, Director de la Oficina de Prospección Académica de la UPC.
Armando Novoa, Profesor a tiempo completo del Departamento de Ciencias – Campus San Miguel
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Cómo estudiar Matemática en un entorno virtual (y así, evitar un ataque de nervios) – 1era parte

17 diciembre, 2020 by Tito Viale Deja un comentario

La cuarentena decretada en varias regiones del mundo debido a la pandemia generada por el coronavirus Covid-19, nos cambió la vida a todos. En particular, a todos los que nos desenvolvemos en el ámbito de la educación. El sistema educativo, a nivel mundial, sufrió un fuerte impacto y la mayoría de las instituciones educativas no estuvieron preparadas para afrontar con éxito un entorno virtual. Debido a esto, los escolares actualmente se cuestionan si es que han logrado desarrollar las competencias académicas necesarias para ser promovidos al siguiente nivel educativo. Por otro lado, los escolares que terminan la secundaria este año se preguntan si han logrado consolidar los conocimientos para ingresar a la universidad y los que ya lo hicieron se están preguntando si podrán empezar con éxito su vida universitaria.

Lo que sí es cierto, es que el entorno virtual nos seguirá acompañando por un buen tiempo (o para toda la vida) y lo que debemos hacer es aprovechar al máximo dicho entorno. Para esto, debemos diseñar de manera óptima nuestros cursos de manera de colocar al estudiante en el centro del sistema de enseñanza aprendizaje. Debemos sacar, de nuestros alumnos, lo mejor de ellos. Hagámoslos autónomos y, además, responsables de su propio aprendizaje.

¿Cómo lo lograremos? El diseño de nuestros cursos virtuales debe contener una serie de recursos educativos para que nuestros alumnos puedan estudiar según sus propios estilos de aprendizaje. El diseño de nuestros cursos debe, también, contemplar horas sincrónicas y horas asincrónicas para que nuestros alumnos puedan estudiar a su propio ritmo. Adicionalmente, procuremos que todas nuestras evaluaciones sean retroalimentadas de manera individual (quien sabe que en un futuro no muy lejano la calificación del progreso académico de nuestros alumnos, en un entorno virtual, esté basado en esta retroalimentación individual).

En particular, en el mundo de la enseñanza de la matemática, es de conocimiento de todos los que nos encontramos inmersos en ese mundo que muchos estudiantes, no solamente escolares sino incluso de los primeros ciclos de la universidad, tienen problemas para aprender matemática porque nunca desarrollaron los adecuados hábitos de estudio que les permitiese tener éxito en esta disciplina. Pero lo peor de todo es que, en la gran mayoría de los casos, los estudiantes no aprenden matemática porque no saben cómo estudiarla y se enfrentan a estas asignaturas como lo hacen cuando estudian una asignatura de Historia o Lenguaje. Por otro lado, los padres de familia no saben cuáles son las razones por las cuales a sus hijos no les gusta estudiar un curso como matemática y los escolares, de quinto y cuarto de secundaria están buscando estudiar alguna carrera que no tenga relación alguna con la matemática (lo cual, dicho sea de paso, es prácticamente imposible).

Que el entorno virtual no sea una excusa más para no estudiar matemática.

Cuando nuestros alumnos se enfrenten a las horas asíncronas, digámosles que lean de manera cuidadosa y deliberadamente. Hagámosles saber que la manera de leer en matemática es muy diferente de la manera de leer, por ejemplo, un libro de historia, un periódico o una novela. En matemática se debe leer despacio, entendiendo y comprendiendo cada palabra, cada frase, cada oración. Es como entrar en una especie de comunicación interna con uno mismo. Muchas veces es necesario leer un texto o el enunciado de un caso contextualizado, cuatro, cinco, seis o más veces antes de encontrarle el sentido a lo que estamos leyendo. En ciertos tipos de lecturas, como en una novela, es deseable (y en algunos casos, recomendable) hacer una lectura rápida porque usualmente hay pocas ideas centrales a lo largo de muchas palabras. Sin embargo, al leer un texto de matemática, cada palabra es importante, porque hay varias ideas condensadas en pocas palabras. La lectura debe ser intencional; nunca se debe leer por leer. Se debe leer como si se estuvieran “masticando” las palabras. Incluso, si no se tienen los ánimos suficientes para hacerlo, es recomendable postergar la lectura para un momento en el que nuestros alumnos se encuentren en mejor estado anímico, pues si se fuerza la lectura lograrán el efecto contrario y terminarán odiando la matemática. Por otro lado, sugerimos que busquen un espacio que les resulte cómodo para leer, sin distracciones; que esté bien iluminado y ventilado.

Por otro lado, pidámosles a nuestros alumnos que tengan siempre a la mano un lápiz y un papel de borrador y que los utilicen cuando lean y estudien matemática. Que comprueben, siempre, en el papel de borrador, lo que el autor del libro les está diciendo. Cuando en el texto se proponga alguna pregunta o se plantee algún ejercicio de cálculo o problema, que traten de responderlos sin continuar con la lectura y antes de que el autor del texto les dé la respuesta. Que no vean los resultados antes de haber hecho el esfuerzo por llegar a él. A pesar de que el ejemplo pueda estar completamente resuelto en el texto del libro o en el aplicativo del curso virtual, nuestros alumnos deben trabajarlo por su propia cuenta en el papel de borrador. Esto les ayudará a articular las ideas y procedimientos en su mente antes de empezar a resolver los ejercicios. Después de que, de manera cuidadosa, hayan leído y releído el problema, y si aún no saben qué hacer, que no se queden sentados ni se queden contemplando el problema. Que tomen el lápiz y, en el papel de borrador, traten de resolver el problema cuantas veces sea necesario, intentando llegar a la respuesta. Y, si tratando de resolver el problema, no tienen nada escrito en el papel, seguramente aún no han hecho el esfuerzo suficiente como para justificar la búsqueda de alguien que pueda ayudarles. La búsqueda de alguien que pueda ayudarlos a resolver un problema y así llegar a la respuesta, debe darse cuando, de manera individual, se han agotado todos los recursos y esfuerzos por llegar a ella. Que utilicen la misma estrategia cuando estudien de su propio cuaderno. El diseño de nuestros cursos virtuales debe considerar la posibilidad de derivar a los alumnos a problemas más sencillos, que evalúen las mismas competencias, pero en un nivel inicial.

Y, para terminar, al menos esta primera parte, pidámosles a nuestros alumnos que procuren dominar cada tema del curso sin la ayuda de ningún compañero ni del profesor de la asignatura. Pidámosles, también, que sean independientes; el entorno virtual puede ser un gran aliado en este aspecto. Uno de los principales problemas al estudiar matemática es la búsqueda inmediata de ayuda de manera innecesaria, ya se trate incluso de algún compañero o del profesor mismo. Nuestros alumnos deben dedicarle varios minutos al estudio individual y esto debemos considerarlo en el diseño de las horas asíncronas de nuestros cursos. Tratando de hacer una analogía con las actividades deportivas, se sabe que para desarrollar los músculos deben hacerse varios y diversos ejercicios físicos. Nadie podrá desarrollar sus músculos a través de los ejercicios físicos que hace el propio entrenador o que haga alguna otra persona. Los ejercicios debe hacerlos uno mismo. Por otro lado, otro problema que se presenta con frecuencia es el omitir preguntar cuando sí es necesario hacerlo. Muchas veces, pequeñas cosas no entendidas causan, más adelante, grandes confusiones. No debe temerse que la pregunta que podamos plantear pueda parecer tonta. La única acción tonta que debemos temer es no preguntar en relación con un tema que uno realmente ha tratado de entender y sin embargo no se pudo hacer. Algunos estudiantes piden ayuda muy pronto y otros, esperan mucho tiempo para hacerlo. En estos casos, será necesario hacer uso del sentido común para preguntar en el momento oportuno y para esto, nuestros cursos deben ofrecer los medios para que el estudiante plantee sus dudas de manera asíncrona.

Artículo traducido y adaptado de http://schools.lwsd.org/rhs/classes/Prince/

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