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El poder de la IA en el sistema de educación peruano

28 octubre, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Si nos ponemos a analizar la gran parte de los cambios educativos del siglo XXI han estado marcados por cambios tecnológicos en el mundo del trabajo y la vida social. En este contexto en que las universidades hemos migrado nuestras clases a un formato virtual, es importante resaltar e impulsar la utilidad de las nuevas tecnologías de IA para reducir las barreras de acceso, automatizar la gestión, y optimizar los procesos de enseñanza y aprendizaje digital.

En los últimos treinta años, los intentos por integrar tecnologías digitales en la gestión del aprendizaje han sido objeto de políticas públicas en muchos países, pero el ritmo de adopción ha sido mucho más lento de lo esperado, debido a factores determinantes como el presupuesto que el Gobierno asigna actualmente a la Innovación y Desarrollo (I+D), centrado en el 0.08% del PBI. En otras partes del mundo se están realizando inversiones de gran envergadura para liderar la innovación en IA, al mismo tiempo que se invierte en desarrollar profesionales con habilidades digitales, capaces de adaptarse al cambio radical que enfrentamos cada cierto tiempo. China, por ejemplo, lanzó en 2016 un plan para convertirse en un polo de desarrollo de IA y ordenó a las agencias a cargo de la educación en los gobiernos locales invertir el 8% de su presupuesto en la digitalización de las escuelas según UNESCO.

En otros países desarrollados, la IA ha adquirido una relevancia cada vez mayor en las agendas de investigación, innovación empresarial y desarrollo educativo. La IA ha demostrado su aporte especialmente en la personalización del aprendizaje y al análisis de datos a nivel de los sistemas educativos. Algunas de ellas van desde la corrección automática de pruebas de selección múltiple, hasta la verificación de asistencia de los estudiantes, entre otras. Una aplicación muy útil de la IA son los chatbots adaptativos en la que los estudiantes pueden absolver sus inquietudes, hacer reclamos o dar seguimiento a procedimientos administrativos, como por ejemplo el trámite para solicitar un proceso de recategorización. El uso de estos chatbots ha sido implementado principalmente en instituciones de educación superior para ayudar a los estudiantes a planificar sus cursos. Esto ha generado una disminución del tiempo requerido para realizar dichas tareas, así como un aumento en la tasa de retención del estudiantado según el World Economic Forum. En nuestro caso, creamos nuestro chatbot Alma UPC, a través de esta personificación del sistema, logramos una experiencia más familiar y cercana utilizando un lenguaje natural en la comunicación con los estudiantes.

Otra de las fortalezas de la IA aplicadas a la gestión educativa son los modelos predictivos. Por ejemplo, en el Perú, la UPC fue la primera universidad en implementar un algoritmo de IA alimentado por una base de datos histórica con más de 60 mil alumnos, que nos permitía conocer, de acuerdo a un comportamiento predictivo, cuáles serían las dificultades académicas de los alumnos en cada ciclo. De esta manera nos asegurábamos de darles la ayuda y el acompañamiento necesario en las áreas que requerían reforzamiento, logrando reducir considerablemente el porcentaje de deserción estudiantil.

Pienso que el Estado podría replicar este modelo predictivo, creando una gran base de datos educativos acumulados a nivel de Perú. Esta base podría ser alimentada por cada UGEL y Dirección Educativa Regional, favoreciendo de una forma ágil a las decisiones de política educativa nacional e igualmente optimizando la gestión pedagógica de los administradores locales y docentes. Para esto es crucial que el Estado desarrolle e incorpore nuevos algoritmos de IA capaces de identificar patrones y predecir escenarios que apoyen estos procesos de toma de decisiones. En Latinoamérica se destaca el ejemplo de Uruguay, país que posee uno de los sistemas educativos mejor digitalizados de la región. En 2016, allí se dio inicio a un proyecto apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dirigido a sentar las bases de un sistema nacional de analítica del aprendizaje que permita monitorear y procesar los datos educativos disponibles en el país. Esto con el objeto de adaptar las prácticas de enseñanza y así mejorar los desempeños escolares y disminuir la deserción.

Si realmente queremos transformar el sistema educativo, debemos ser capaces de visualizar el futuro de la educación y anticiparnos hoy con los indicios y evidencias de otros sistemas educativos en el mundo que están impactando positivamente en el desarrollo de la sociedad como Finlandia, Nueva Zelanda o Australia. Esta transformación está centrada básicamente en una mayor personalización del aprendizaje gracias a sistemas adaptativos como la IA.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 22 de octubre de 2020.

Te cuento un cuento: al esfuerzo y a la disciplina… ¿se les acabó la magia?

21 agosto, 2020 by Tito Viale Deja un comentario

Esta historia la escuché por primera vez cuando estudiaba en la universidad. No recuerdo cómo llegó a mis oídos ni quién es el autor. Lo único que recuerdo es que esta historia, cuando la escuché, me animó a seguir esforzándome por alcanzar mi sueño de ser profesional. Me propuse contarla cuantas veces fuese necesario para mostrar la importancia del esfuerzo y la disciplina en el día a día en la actividad en la que estuviésemos inmersos. Más adelante, como docente en la universidad, se la he contado a mis alumnos en alguna oportunidad y espero que haya calado en ellos o, por lo menos, en uno de ellos. Con esto, me doy por muy bien servido.

Había una vez, en un pequeño pueblo de la serranía peruana, un campesino que vivía con su esposa y sus tres hijos en una casita alejada de la población y rodeada de tierras que ellos mismos cultivaban. En el pequeño huerto que se encontraba en la parte posterior de la casa abundaban las lechugas, los rabanitos, las berenjenas, los ajíes y los zapallos. Debido a la calidad de la tierra, los zapallos y las berenjenas eran enormes y tenían, al igual que el resto de los productos, hermosos colores difícilmente reproducibles en algún lienzo. Un poco más alejados, a la derecha del huerto, estaban los árboles frutales: paltos, plátanos, papayas, limones y guanábanas. En el otro extremo, y por la cabecera, corría el río, torrentoso y bullicioso. El aire que circulaba estaba permanentemente impregnado de un perfume natural que henchía los pulmones y se clavaba directamente en el cerebro. Era un aire de campo, muy distinto al de la ciudad.

Debo confesar en este preciso instante que la narración de esta historia andaría por buen camino si no es porque he pecado al exagerar diciendo que la familia vivía en un campo que ellos mismos cultivaban, cuando en realidad el único que cultivaba el campo era el padre pues sus hijos estaban muy pequeños como para dedicarse a las labores de la tierra.  Hecha la confesión, regreso a la historia.

Podríamos decir que era una familia feliz. No les faltaba nada y vivían de lo que producían en su huerto. Si necesitaban algún producto que ellos no producían, intercambiaban sus productos con los vecinos. Por otro lado, mientras el papá estaba en el campo, la mamá se dedicaba a los quehaceres del hogar y al cuidado de sus hijos.

Así fueron pasando los años. Los chicos crecieron y el papá y la mamá se hacían cada vez más viejos. Lamentablemente, muchas veces los chicos siguen siendo chicos ante los ojos de los papás y los protagonistas de esta historia no escapan a ello. Los hijos ya habían crecido y eran unos jóvenes que nunca habían cultivado la tierra. Sin embargo, los papás los seguían viendo como chicos.

Fueron pasando los años y al papá, ya viejo, no le alcanzaban las fuerzas para continuar, como lo venía haciendo, con el cultivo de la tierra y, por otro lado, los hijos no querían ayudarlo. No papá, le decían, encárgate tú solo. Poco a poco, lo que antes era un campo verde, empezó a secarse y las plantas ya no crecían. Muy pronto, el otrora abundante huertito parecía un campo abandonado. Los hijos nunca se ofrecieron a trabajar el campo pues no les interesaba. Nunca se ofrecieron para ayudar a su padre.

Presintiendo que ya se acercaba el fin de sus días, postrado en su cama, mandó llamar a sus hijos para decirles que ya las fuerzas lo abandonaban y que sentía que muy pronto partiría. Les pidió que cuidasen de su madre y en un tono de complicidad les contó que había enterrado un gran tesoro en alguna parte del huerto que en ese momento no recordaba. Dicho esto, el padre expiró. Los hijos lo lloraron y luego de las típicas fiestas de la serranía peruana, previas al funeral, lo enterraron en un sitio especial del huerto. Luego del entierro, los hijos se quedaron hasta altas horas de la noche conversando en relación con el tesoro que su padre les había comentado. Incluso, ya habían decidido qué hacer con el dinero y cómo se lo repartirían y en qué lo gastarían. Se organizaron de manera muy especial de modo que no se les escape ningún detalle. Discutieron algunas ideas más y, finalmente, decidieron empezar la búsqueda del tesoro, muy temprano, al día siguiente.

Y así fue. Muy temprano por la mañana, luego de un buen desayuno, los tres hermanos se levantaron provistos de picos, lampas y todas las herramientas necesarias dispuestos a remover la tierra de todo el huerto con la finalidad de encontrar el tesoro. Debido a la extensión del huerto, esta operación les tomó una semana completa. Se levantaban muy temprano y removían la tierra hasta el mediodía, hora en que tomaban su almuerzo y aprovechaban para descansar un poco. Una vez recuperadas las fuerzas continuaban hasta muy avanzada la noche, momento en que terminaban la labor y se dirigían a descansar para recuperar fuerzas para el día siguiente. Todo este trabajo lo hicieron de una manera muy organizada y con mucha disciplina. Ninguno de los tres podía flaquear. El objetivo era claro: había que encontrar el tesoro que el viejo había enterrado.

Luego de una semana de intenso trajín, después de haber terminado de remover la tierra de todo el huerto, y al no haber encontrado ningún tesoro, los hermanos, desanimados, se reunieron y empezaron a dudar de las últimas palabras de su padre por haberles engañado y mentido con el cuento del tesoro enterrado. Nuestro padre se ha burlado de nosotros y nos ha engañado. No hay ningún tesoro enterrado. Seguramente no sabía lo que decía. Abandonemos estas tierras y vámonos a la ciudad.

Al día siguiente empezaron a empacar y a guardar todo. Como tenían varias pertenencias y debían dejar todo en orden esto les tomó un poco más de una semana. Cuando ya estaban terminando de empacar y embalar sus pertenencias observaron cómo el campo, que estaba completamente árido y seco desde la enfermedad del padre, se había cubierto de una sombra verde que daba paso a los almácigos de lechugas, rabanitos y berenjenas cuyas semillas el padre había sembrado poco antes de su enfermedad y que solo esperaban unas manos generosas que revolviesen toda la tierra. Adicionalmente, el aire, poco a poco, fue perfumándose nuevamente. Fue en ese instante que los hermanos se dieron cuenta de lo que su padre les había dicho. He dejado enterrado un tesoro: búsquenlo. Definitivamente el padre no se refería a un tesoro de joyas ni monedas de oro. Se refería a un tesoro producto del esfuerzo y de la disciplina puestos en el trabajo o en el estudio. Avergonzados por haber dudado de su padre empezaron a desempacar con la firme convicción de quedarse en el huerto y seguir trabajando la tierra para que siga dando sus frutos.

De esta historia se pueden desprender varios aprendizajes. Me quedo con la idea de que si queremos ver los frutos en nuestra propia vida (“nuestro huerto”) es muy importante esforzarnos y ser disciplinados en las actividades que llevamos a cabo; fuese cual fuese la actividad. Y cuando hablo de disciplina, no me refiero a una disciplina como la que se aplica en la milicia o en los estados eclesiásticos sino a una disciplina impuesta por uno mismo (autodisciplina) la cual debemos hacer prevalecer ante cualquier circunstancia.

Lamentablemente, en estos tiempos, el término “disciplina” no goza de buena fama pues está asociado a aspectos negativos y a modelos educativos de antaño que se alejaban de los afectos y del respeto al ser humano. ¿Te animas a revertir esa mala fama?

Shift CEO Talks: Adoptando tecnologías “urgentes”

4 agosto, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Shift CEO Talks, junto a Javier Hoyle, CEO de Everis Perú; Fernando Eguiluz, CEO de BBVA Perú, Ramiro Lafarga, CEO de Entel Perú. Pudimos compartir con los socios de Shift nuestros principales aprendizajes sobre la adopción de tecnologías y estrategias de negocio durante esta coyuntura de crisis para seguir liderando la innovación en nuestros sectores.

YouTube video

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 21 de julio de 2020.

La universidad 4.0 ya está aquí

30 junio, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

El mundo evoluciona a una velocidad vertiginosa, sobre todo en estos tiempos en los que la pandemia ha irrumpido con fuerza en todos los sectores, modificando los comportamientos, actitudes y hábitos de consumo de las personas. Los estudiantes no son ajenos a este cambio, al contrario, su formación profesional ya no solo depende de la capacidad intelectual, se requiere de una combinación de capacidad intelectual + inteligencia emocional + resiliencia + cognición aumentada. Es decir, habilidades necesarias en la proliferación tecnológica de lo que algunos autores denominan la “4ta revolución industrial”.

Un informe del Foro Económico Mundial en 2016 decía que los profesionales, a los 18 meses de haberse graduado, perderían el 40% de lo aprendido cada 3 años. Por otro lado, predijo que, en el 2020, más de un tercio de las habilidades de las ocupaciones estaría compuesto por habilidades que aún no se consideran cruciales para el trabajo actual.

Tanto las habilidades blandas como las tecnológicas son esenciales para desempeñar con éxito los diferentes desafíos que encontramos en el mundo laboral. Algunas habilidades blandas requieren que se le incluyan el pensamiento cognitivo, el pensamiento adaptativo innovador, la capacidad de solución, destrezas elásticas y competencias transvergentes.

Según el profesor Ronald Barnett, del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, podríamos hablar del concepto de Universidad 4.0. Una universidad evolucionada, socialmente responsable y comprometida con satisfacer las necesidades de los estudiantes. Basada en el internet de alta velocidad, dispositivos móviles, plataformas tecnológicas y apps digitales. En ella podemos encontrar la integración de modalidades que favorecen la inclusión y la diversidad social como las clases virtuales, híbridas, remota, inmersiva, etc.

Otra característica es que encontraremos una oferta académica de disciplinas transversales en menor tiempo que una carrera tradicional, logrando un nivel avanzado de personalización en la currícula, de acuerdo a los objetivos que se quieren conseguir. Además, los alumnos pueden añadir nuevos soft skills o especializaciones a su titulación a lo largo de su vida laboral.

Algunas de estos nuevos profesionales serán los líderes globales, trabajadores satelitales, incubadores de proyectos, ingenieros de mundos inmersivos, influencers de emprendimiento, coaches de aprendizaje, teleeducadores, knowmads del conocimiento, gigieducadores, gestores culturales. Profesionales formados para ejecutar nuevos roles transvergentes.

Por el lado de las plataformas digitales, encontramos los LMS inteligentes que usarán algoritmos de IA en combinación con IoT (Internet de las Cosas) para ofrecer una experiencia de aprendizaje única y completa a los alumnos. Esta revolución integra también la robótica, los sistemas automatizados, blockchain, Fintech, bots, deep learning, tecnología 5G y sistemas de ciberseguridad.

Algunas instituciones de educación superior están utilizando los datos para poder mejorar la experiencia de aprendizaje de sus alumnos. Ese es el caso de la UPC, nosotros fuimos pioneros en usar la IA para predecir el rendimiento educativo de los alumnos en sus primeros años de estudio. Esto nos permite adelantarnos y gestionar el reforzamiento de aprendizajes en los que el modelo predictivo nos indica que pueden tener algún tipo de dificultad. La analítica de datos será utilizada también en esta fase para personalizar la experiencia y las necesidades de cada estudiante, en función de su rendimiento.  También usamos IA para atender a nuestros alumnos.  Hoy, más del 80% de las preguntas son respondidas por nuestra asesora virtual ALMA en segundos. 

Finalmente, es importante recordar que la Universidad 4.0 no es aquella que tiene lo último en tecnología, ni aquella que copia a la otra por moda, sino aquella que es capaz de utilizar la tecnología como un medio para poder formar mejor a nuestros alumnos. Eso hoy es posible entendiendo su necesidad, viendo su nivel y así planificando su aprendizaje para llegar al objetivo.  Cada día más experimentaremos una educación muy personalizada.   

Midamos nuestra innovación no por la tecnología que tenemos sino por la que utilizamos y podemos demostrar que trae mejores resultados en adquisición de conocimiento, desarrollo de competencias, en retención de alumnos en riesgo, etc. La educación 4.0 es un gran reto para el sector educación en el Perú, pero es un reto que ya empezó y que no podremos dejar pasar. 

O innovamos o desaparecemos.  

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 9 de junio de 2020.

De modo presencial a modo virtual: Como afrontar el cambio en la forma de enseñar

29 mayo, 2020 by Guillermo Quiroga Deja un comentario

Hay eventos que disparan el cambio y hoy en el sector educación estamos ante uno de ellos. Pienso que para la educación virtual se ha abierto una gran oportunidad. Te animo a sumarte a este viaje al futuro.

Por esta razón, les comparto algunas ideas que pueden ayudar a todos los profesores a enfrentar el desafío de enseñar en formato on line cuando gran parte de su vida han dictado presencial. Como ha sido mi caso. Para animarnos, no se olviden que nuestro cerebro es plástico, eso significa que si queremos podemos aprender nuevas cosas a pesar de la edad o costumbre. Todo depende de la actitud.

Además, les comento que he revisado muchos sitios especializados con ideas y consejos para enseñar en forma virtual. La mayoría se centra en los factores ambientales. Conexión, vestimenta, iluminación etc. Son muy importantes esos consejos, pero esto es sólo el piso o lo mínimo. Por ello, pienso que conversar sobre temas de fondo es muy pertinente.

Quizás la primera idea fuerza a tener presente es que no hay segunda oportunidad para una primera impresión. En ese sentido, es vital empezar las clases on line con la actitud y energía correcta. Abiertos a la tecnología y sobre todo a las sorpresas. Con esto no quiero minimizar los inconvenientes técnicos o problemas que surgirán. Simplemente el mensaje consiste en no perder perspectiva. Los alumnos con el tiempo puede que no se acuerden mucho de lo que se les enseño. Pero jamás olvidarán como se hizo.

La segunda idea importante es intensidad: Qué cada clase cuente. Para mí esto es lo más importante de todo. Al final de la sesión tanto nosotros como los alumnos digan, a pesar del esfuerzo ha valido la pena. Si nosotros como docentes hemos dado nuestro mejor esfuerzo y los alumnos han aprendido algo que les sirva para su crecimiento profesional; se ha producido un aprendizaje significativo y el logro está cumplido.

Hemos de transmitir a los alumnos seguridad. Sobre todo, al principio. Vamos despacio construyendo paso a paso. Tanto ellos como nosotros con el tiempo y la repetición lo haremos cada día mejor en formato virtual. Es muy oportuno enfocar la clase como si fuese una conversación uno a uno. Esta forma de enseñanza lo permite. Un dato importante es que bajo la modalidad on line muchos alumnos pierden el miedo escénico. Por tanto, es una gran oportunidad para que nosotros y ellos descubramos juntos nuevos talentos. No nos olvidemos que el poder de la educación radica en la transformación personal de cada alumno.

Planificar muy bien la clase en segmentos determinados y hacer breves pausas activas. Tener ejemplos e historias relacionadas al curso preparadas para comentar. Compartir videos cortos que dan frescura a la clase. Usar poco a poco todas las herramientas que la plataforma nos ofrece. Experimentar, será divertido para nosotros y los alumnos. No nos angustiemos por la evaluación. Apelemos a su responsabilidad y profesionalidad. Son ellos los principales interesados en aprender. En tal sentido, las evaluaciones deben ir en la línea del desarrollo del pensamiento crítico y de las competencias del curso. Ya no hace falta aprender de memoria como antes, todo está al alcance de la mano en la red. 

Finalmente, paciencia y buen humor. Hay cosas que no controlamos: conectividad, suministro de energía eléctrica nuestra y la de los alumnos. Por ello, ante un problema técnico tomarlo con calma. No nos angustiemos si perdemos 10 minutos. Luego los recuperamos. Volver a intentarlo hasta que funcione. Los alumnos valorarán más nuestro esfuerzo y buen humor ante la adversidad. Si transmitimos energía negativa por más que tengamos la mejor tecnología la experiencia no será la mejor.

A medida que avancemos en el proceso estoy seguro de que surgirán excelentes aprendizajes. Por lo tanto, lo mejor es empezar e ir un día a la vez y veremos cómo nuestras clases on line se convierten en una excelente alternativa de formación.

*Artículo publicado en el LinkedIn: https://pe.linkedin.com/in/guillermoquirogap , 23 de marzo de 2020.

El uso de la big data en la educación: un largo camino por recorrer

26 febrero, 2020 by Tito Viale Deja un comentario

Todos nosotros, en el día a día, escuchamos hablar de datos, información y conocimientos. Incluso, solemos decir “pásame los datos…” o “pásame la información…”; sin detenernos a pensar si estamos hablando de lo mismo o si es que estamos hablando de conceptos diferentes. Según la Real Academia Española (RAE), la palabra dato viene del latín Datum, que significa lo que se da. Todo documento proporciona algo y a eso le llamamos dato. La información es la base del conocimiento y la RAE la define como la “explicación de una palabra”. Por otro lado, la RAE define como conocimiento la acción y efecto de entender, de saber.

En el mundo de la informática, los datos son la base de la información. Estos datos alimentan (input) un sistema, luego se procesan y se obtiene una salida (output) a la que llamamos información. Es con esta información que generamos conocimiento para la adecuada toma de decisiones. Si bien, en nuestros días, los datos los guardamos en medios electrónicos, magnéticos u ópticos, pero hace algunos miles de años atrás, eran guardados o transmitidos en piedra, papel, madera, etc.

Para aclarar la diferencia entre los tres conceptos veamos el siguiente ejemplo:

  • Dato: 10,5
  • Información: 10,5 es el promedio de fin de año en el curso de matemática de mi sección.
  • Conocimiento: si el promedio es 10,5 significa que, tal vez, el diseño de la asignatura no fue el adecuado con lo cual debemos revisarlo para lograr mejorar el desempeño de mis estudiantes.

En el mundo de la educación, cada vez es más importante el uso de los datos de nuestros estudiantes con la finalidad de conocerlos mejor y ofrecerles una experiencia de aprendizaje personalizada. Si bien, en un principio, nos contentábamos con conocer sus notas, sus asistencias a clases, los comentarios de sus profesores en relación con su desempeño académico, su composición familiar, etc.; actualmente, requerimos más y más datos de nuestros estudiantes. Ahora, adicionalmente, necesitamos conocer dónde vive nuestro estudiante, su pasatiempo preferido, sus actividades extraacadémicas, si es deportista, si es primera generación en la universidad, su historial académico en el colegio, su madurez para enfrentarse a situaciones nuevas, deseamos conocer, también, su inteligencia emocional, las respuestas de sus correos electrónicos y un largo etcétera.

Se ha ido haciendo cada vez más y más grande la cantidad de datos necesarios volviéndose inmanejables con la tecnología y herramientas convencionales. A toda esta enorme cantidad de datos se le conoce como Big Data; concepto popularizado por John Mashley (informático estadounidense) en el año 1990 cuando escribió un artículo titulado Big Data and the next Wave of Infrastress, en el cual señala que nuestra infraestructura informática, en ese entonces, no estaba preparada para soportar ni procesar la enorme cantidad de datos que crecía a grandes velocidades.

Big Data, o datos masivos, es un término que utilizamos para explicar el enorme volumen de datos que hoy en día se procesa. Estos datos pueden ser estructurados (en hojas de cálculo, por ejemplo), o no estructurados (textos, correos electrónicos, etc.). Esto lo hace complejo, pero, a decir de Cukier (2014), mientras más datos tengamos, mejor: “Big Data is better Data”.

Sin embargo, la data no es lo que importa sino lo que nosotros podamos hacer con esa data. Esa data, analizada a fondo, se convierte en un tesoro en forma de información confiable que puede marcar la diferencia en la educación.

Si contamos con una Big Data (o queremos hacernos de una) y deseamos procesarla, debemos proveernos de equipos informáticos de gran potencia que procesen con rapidez y eficacia millones y millones de datos a la vez. Esto nos permitirá encontrar correlaciones entre datos y detectar patrones y tendencias que nos servirán para una acertada toma de decisiones.

Estos patrones y tendencias se pueden encontrar de dos maneras. Una de estas maneras es crear el algoritmo que le diga a la máquina qué es lo que debe encontrar. La otra manera, es hacer uso del Machine Learning (“entrenamos” a la máquina haciendo uso de la inteligencia artificial), para que la máquina nos muestre todos los patrones que encuentre. En este último caso nos podemos dar con la sorpresa de recibir patrones que no nos hubiésemos imaginado que existían.

Estamos viviendo una etapa de transformación en la historia de la educación: la Inteligencia Artificial está llegando a las aulas. Pareciera un cuento de ciencia ficción, pero ya no lo es. El uso de grandes cantidades de datos (Big Data) para dirigir el aprendizaje de los alumnos ya está siendo parte de aplicaciones reales.

En el año 2013 en San Francisco (EEUU), Max Ventilla (informático, emprendedor, financista y uno de los creadores del Google+), funda los AltSchool, colegios en los cuales hace uso de toda la data que puede obtener en el salón de clases para mejorar la gestión del aprendizaje de los estudiantes. Este es un modelo de observación de los alumnos para personalizar la enseñanza. Este modelo contempla el seguimiento de todas las interacciones de los alumnos dentro de la escuela con un software que sigue y graba, tanto sus movimientos corporales como faciales, y las inflexiones de su voz apoyándose en el uso de cámaras y micrófonos.

Por otro lado, otro camino que ofrece el uso de datos masivos (Big Data) en educación tiene una orientación muy distinta al caso anterior, pero comparte el componente de innovación que permiten los avances de la Inteligencia Artificial basada en algoritmos. Se trata del uso de grandes cantidades de datos para analizar el funcionamiento de un sistema educativo, detectar desigualdades y actuar para reducirlas. Así, por ejemplo, haciendo uso del Big Data y de la Inteligencia Artificial, el año 2016, diez investigadores chilenos resultaron ganadores del concurso “Nuevos debates, Datos para el desarrollo” organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El estudio se tituló: “Apoyando la formulación de políticas públicas y toma de decisiones en educación utilizando técnicas de análisis de datos masivos: el caso de Chile”.

En este estudio, Patricio Rodríguez (2016), uno de los flamantes investigadores, nos explica que lograron demostrar, usando los datos públicos de Chile, que se pueden generar evidencias que les permita tomar mejores decisiones en educación. Haciendo uso de una enorme cantidad de datos (Big Data) y de la Inteligencia Artificial, se hicieron visibles problemas previamente ocultos. En este caso, en particular, la heterogeneidad del país fue puesta en evidencia por la dimensión territorial, evidenciando relaciones con factores no educativos previamente ignorados en la toma de decisiones en educación.

Finalmente, otro ejemplo de uso de Big Data e Inteligencia Artificial en la educación es el de Analyticus. Miguel Molina, CEO de Analyticus, nos explica cómo se puede explotar la información que generan las empresas para tomar decisiones e identificar patrones en volúmenes importantes de datos. Para esto, dice Molina, debemos “entrenar” a la máquina para identificar patrones (Machine Learning). Miguel Molina, basándose en el uso de datos masivos y de la Inteligencia Artificial, ha creado un producto para predecir la deserción estudiantil universitaria.

A pesar de todas las ventajas que ofrece el procesar la data para la acertada toma de decisiones, sobre todo en la gestión del aprendizaje de nuestros estudiantes, Salvador Rojas (2018), pedagogo y asesor en innovación educativa, señala que existen riesgos en el uso del Big Data en educación. Uno de estos riesgos es la desigualdad de oportunidades para los estudiantes provenientes de familias con escaso poder adquisitivo para acceder a escuelas como las de Max Ventilla, por otro lado, la intromisión en la intimidad y privacidad de los mismos y, finalmente, la posibilidad de que la data recopilada caiga en manos de gente inescrupulosa.

El debate está abierto.

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