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La crisis del Covid-19 como oportunidad para la educación virtual

13 octubre, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Esta semana estuve analizando un reporte publicado por el Foro Económico Mundial, elaborado por el equipo de EdTech del Banco Mundial en el que se expone la dramática realidad de las brechas digitales en el sector educación en América Latina. En esta oportunidad, me gustaría hacer énfasis en algunas estadísticas que se destacan en este reporte, y analizar los principales retos u oportunidades que tenemos por delante.

“América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. Aunque muchos países de la región han logrado avances significativos hacia la reducción de la desigualdad de ingresos en los últimos años, el decil más rico de latinoamericanos todavía posee el 71% de la riqueza de la región. Si se combina la desigualdad de ingresos de la región con la crisis de COVID-19, las familias de bajos ingresos se enfrentan ahora a desafíos sin precedentes”.

Una de las principales herramientas para luchar contra la desigualdad en el mundo es, sin lugar a dudas, el acceso a una educación de calidad e inclusiva; sin embargo, la pregunta que cabe plantearnos es ¿qué tan preparado está nuestro gobierno para asegurar las condiciones óptimas de conectividad en todo el país? La educación virtual ha demostrado su utilidad y eficiencia en una etapa de crisis en la que algunas instituciones de educación superior se vieron forzadas a adaptarse, y otras, por el contrario, veníamos implementando la tecnología educativa (EdTech) desde hace años con excelentes resultados.

“Según un informe de ORBA de la CEPAL, el 67% de la población de América Latina utiliza Internet, pero existen diferencias drásticas entre países. En los países que se consideran «bien conectados», la penetración de Internet en las zonas rurales todavía sólo alcanza al 40-50% de la población; en los países con conexiones deficientes, esa cifra se reduce a un promedio del 10%”.

Estamos de acuerdo con que hacen falta enfoques innovadores para superar los desafíos de la conectividad y garantizar también el acceso a la educación de las poblaciones más vulnerables de la región. Otros gobiernos en Latinoamérica como Colombia, Ecuador, Perú y El Salvador, están acortando las brechas digitales en la educación básica regular, a través de las infraestructuras de radio y televisión existentes. Otros, como República Dominicana, han establecido más de mil puntos de acceso público con wifi gratuito para facilitar también la conexión de los estudiantes de educación superior.

Estas iniciativas gubernamentales pueden brindar soluciones y recursos instantáneos a las familias necesitadas en un periodo de emergencia, sin embargo, el verdadero reto es garantizar que las nuevas soluciones de tecnología digital tengan un efecto positivo a largo plazo y aborden de manera efectiva las desigualdades existentes.

El Banco Mundial, en ese sentido, ha seleccionado los principales temas que los emprendedores que se dedican a brindar soluciones digitales pueden ofrecer en América Latina. Estos temas van desde: Cómo preparar la infraestructura digital de la región para un aumento significativo de la demanda; cómo pasar de la impartición de educación a un aprendizaje significativo; cómo preparar mejor a los educadores y padres para navegar este nuevo contexto; cómo combinar tecnologías de aprendizaje online y offline o estrategias multicanal (como TV y Whatsapp); cómo implementar la garantía de calidad en las nuevas circunstancias; cómo proteger la privacidad de los alumnos, etc. Vemos cómo se abre un abanico de posibilidades de emprendimiento e innovación para que las mismas startups y pymes puedan apoyar a los gobiernos en esta materia.

Por ejemplo, aquí en el Perú, el proyecto de portátiles Wawa está dotando a los estudiantes laptops con energía solar fabricados con materiales reciclados que funcionan con sistemas operativos Android y Linux gratuitos. Por otro lado, Alba, una start-up en Chile, lanzó recientemente Alba Live para ofrecer clases gratuitas en línea a niños menores de ocho años en un esfuerzo por ayudar a los padres a mantener a sus hijos aprendiendo y entretenidos mientras tienen que trabajar.

Por otro lado, si hacemos un análisis basado en el Ranking de conectividad a internet por regiones del 2019, tomamos en cuenta las cinco regiones con peor índice de conectividad y lo comparamos con su inversión pública, tenemos el siguiente resultado:

RegiónConectividadPresupuesto asignadoPresupuesto ejecutadoAvance
Huancavelica5.0297.4123.742%
Cajamarca9.6396.8131.733%
Ayacucho13.5505.2194.839%
Pasco13.8346.5186.554%
Puno14.6399.6207.252%
Fuentes: ENAHO – IDEP 2019 | MEF – TRANSPARENCIA ECONÓMICA 2019

Vemos con claridad que en estas regiones existe un presupuesto sin ejecutar muy elevado que tranquilamente podría ser destinado a empresas especialistas en conectividad y suministros tecnológicos. Debemos tomar como ejemplo el sistema de ejecución de presupuesto que se empleó en los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019. Al cierre del 2018, informaron que se ejecutó al 97.3 % su presupuesto anual, a nivel total de actividades y proyectos. La ejecución se logró ahorrando el 20% del presupuesto autorizado. Ese dinero fue transferido a los distritos adyacentes para que puedan hacer obras, de acuerdo a lo comentado por Carlos Neuhaus, expresidente del Comité Organizador de Lima 2019. De la misma manera, el presupuesto que no es ejecutado por las regiones, debería ser empleado para repotenciar la conectividad de las zonas con más carencias tecnológicas. Un punto importante que deberíamos considerar es que, si hasta setiembre de cada año, la ejecución presupuestal de cada región viene a la baja, debería existir una ley que exija la inversión en pro de la educación regional. Para esto, debemos contar con un plan con proveedores seleccionados, cotizaciones, etc. actualizarlos siempre entre julio – agosto e inmediatamente ejecutarlo desde setiembre hasta diciembre del año en curso. Tengamos en cuenta que en las regiones que tomamos como ejemplo, hay aproximadamente 140 mil jóvenes entre 15 y 29 años como usuarios potenciales que podrían beneficiarse directamente de este servicio. Estoy segura que en menos de tres años podríamos tener resultados importantes en el desarrollo tecnológico de cada región.

La crisis del Covid-19 nos ha abierto una ventana de oportunidades para explotar desde muchos frentes. Debemos entender que hacer asequibles los recursos educativos es solo una parte del desafío. El desafío mayor es garantizar que la experiencia de aprendizaje también sea atractiva y significativa, para ello las mejoras de conectividad y la alfabetización digital deben desempeñar un papel central en la EdTech de América Latina. Tal como lo indica el Foro Económico Mundial, nunca ha habido un mejor momento para que las empresas emergentes se centren en soluciones innovadoras que ayuden a los estudiantes, maestros y familias a acceder a los recursos educativos independientemente de su ubicación.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 7 de octubre de 2020.

¡Qué tal cuento!

18 mayo, 2020 by Carlos Adrianzén Deja un comentario

Había una vez un país ubicado en una zona extraña del planeta llamada Latinoamérica, donde la gente amaba el atraso y a los dictadores (usualmente vocablos que se acompañan tanto como el atraso y la democracia no republicana). Si avanzáramos un poco más en este asunto descubriríamos que –por aquellos terruños– la adhesión al atraso, paradójicamente, se estructuraba sobre la creencia de ser ricos. Repetían que tenían abundantes recursos que podían rentabilizar (minerales, pescados, frutales, yacimientos históricos y turísticos, etc.). Pero no se daban cuenta de que, día a día, sus gobernantes hacían todo lo posible por hundir a las industrias asociadas a estas actividades. Sus regulaciones y las leyes resultaban frecuentemente absurdas. Eran prolífica y consistentemente dirigidas a inflar la burocracia, facilitar su corrupción y favorecer a sus mercaderes cercanos.

Desde la escuela primaria hasta las universidades, y pasando por los medios de comunicación, se les había dicho que, dado que eran ricos, lo deplorable de las infraestructuras en las que vivían, de las escuelas donde estudiaban, de los hospitales donde se atendían, de los juzgados donde litigaban y hasta de las comisarías y los cuarteles que los defendían, eran así solo por una buena razón. Había algunos de ellos que, por su habilidad o esfuerzo, florecían desigualmente. Estos empresarios eran igual o mucho más poderosos que los burócratas que elegían recurrentemente y sobre cuyos latrocinios o atropellos hacían la vista gorda. En buen español, las leyes se aplicaban discrecionalmente.

A sus habitantes –gente buenita– les habían hecho creer que su problema número uno no era la pobreza (dentro de la que sus mayorías vivían), sino la desigualdad. Y eran tan mal educados en esas deplorables escuelas que de verdad creían que su pobreza se explicaba por una desigual distribución de la riqueza. E incluso llegaban a pretender que el progreso que –década tras década– no llegaba, se lograba deprimiendo la libertad política y económica de la gente y … robando la propiedad ajena. Era lo justo, según una recua de brutales dictadores del área, de apellidos Castro, Perón o Velasco.

A pesar de todo, para ellos –los ricachones y los pobretones– la pobreza de cada día tenía una salida: el comunismo. Lo compraban en cada elección o dictadura en sus diferentes grados y matices: social-democracia, marxismo, comunismo, progresismo o mercantilismo-socialista. Y es que todos se construyen sobre la opresión a las libertades y el irrespeto a lo ajeno. Los hechos confirman que todas estas variantes amaban consistentemente el fracaso y, de consolidarse, lo aseguraban a los extremos niveles de Cuba o Venezuela. También en la desangrada Argentina de la Kirchner y en el resto de la Latinoamérica. Incluso en el Chile del Frente Amplio, la Nueva Mayoría y el opaco Piñera. Políticamente, y dejando encendidas retóricas afuera, sus gobiernos buscaron la opresión y el robo a quienes invierten, locales o foráneos. Y bueno pues, lo obtuvieron.

Recientemente –con la inesperada llegada de un virus proveniente de China (nación a la que nunca le pediremos indemnización alguna)– el totalitarismo en la región (esa ideología que implica erosionar libertades y respeto a lo ajeno) experimenta un impulso súbito e impensado. A nombre de protegernos de nosotros mismos –fuentes del contagio– y de cuidar nuestra salud, los burócratas proscriben selectiva y entusiastamente consumos, inversiones y producción. Todo discrecionalmente, aunque con influencia efectiva solo en los ámbitos donde las leyes rigen (el llamado sector formal).

En medio de esta terrorífica batahola los gobernantes de turno se inyectan la poderosa vacuna contra la persecución por corrupción burocrática. Cómo hubieran querido, todos esos presidentes y ministros, hoy presos o prófugos a lo largo de la región, que bajo sus mandatos se hubiera desarrollado la pandemia de marras. Nadie hablaría hoy de sus fechorías. Incluso, a nombre de proteger a la sociedad, gastarían y nos endeudarían sin tamices y discrecionalmente. De hecho, gracias al virus de marras se volvieron tan poderosos que podrían destruir sectores enteros, cerrándolos en cuarentenas medievales. También encerrar en sus casas a los que ellos definirían como gordos o flacos, o viejos, en gestación o heterosexuales, o religiosos o pelirrojos. Las distopías totalitarias descritas no hace mucho por Huxley u Orwell serían hoy una suerte de chancay de a medio. Todo esto con el beneplácito de medios de comunicación insolventes, fundaciones globales y agonizantes partidos de izquierda; deseosos de perpetuarse en el poder y –como grafican los casos de Villarán o Lula da Silva– acceder a millonarias coimas.

Respecto a la sociedad un día después de que se deje de hablar a cada instante del virus chino, no contaré mariposas. Me quedo con la visión de Houellebecq, quien sostiene que el mundo será el mismo… un poco peor. Aunque mis razones son algo más inerciales. Lo que se está cocinando es el desenlace previsible para un país como el nuestro. Uno que resulta parecido al de este no-cuento. Aquí los candidatos (mayormente aventureros o genocidas) resultan elegidos –justamente– porque optan por lo fácil. Por regímenes totalitarios, tan socialistas y mercantilistas como les resulta posible: proveedores por tanto de fracaso seguro y popular.

¿O acaso usted no está de acuerdo que –por la quimera de una contención social que el Gobierno ni se esfuerza presupuestalmente a aplicar- se avasalle la libertad económica de millones de peruanos independientes, asalariados e informales? ¿No se ha dado cuenta de que una cuarentena drástica es una fábrica de contagios? ¿Que no se redirigen presupuestos hoy ociosos –a lo largo de todo el sector público– hacia la Salud, Contención y Contraloría? ¿Que ya no hay lucha anticorrupción burocrática? ¿De la escala mínima con la que se ayuda a la gente en desgracia? ¿Qué se está prohibiendo producir, consumir, invertir y hasta ser empleado? ¿Que las próximas elecciones con voto virtual van a resultar extremadamente predecibles?

Sí, es muy cómodo creer que quien avasalla nuestras libertades nos está protegiendo. Russell nos recordaba que resulta, en cambio, tremendamente extenuante reflexionar en general y mucho más particularmente en casos concretos. En la semana pasada, en una de esas redes donde se escribe poquito (en aras a evitar mayores complicaciones) leía a una señorita sentenciar a quienes esbozaban alguna crítica. Poco reflexivamente repetía: quien es feliz no critica. Pero ya sabemos que en el Mundo Feliz de Huxley nadie criticaba al Gobierno.

*Artículo publicado en el Portal El Montonero en la sección Columnas, 11 de mayo de 2020.

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