Lograr la excelencia sólo es muy complejo y arduo. Esto se da por ejemplo en algunos deportes individuales en los que eres tú frente al rival y nadie más. Como en el tenis. Que además por regla tiene prohibido el coaching durante el partido. Sino recordemos el reciente caso de Serena Williams que fue sancionada en el último US Open. También podemos mencionar en esta línea a la escalada en solitario de algunos alpinistas, en los que el mérito es la autosuficiencia. En otros deportes es imposible triunfar si todo el equipo no está unido y comprometido. Un ejemplo palpable es la selección de futbol de un país cercano, que no le alcanza con tener al mejor jugador de la actualidad para ganar un mundial. Por otro lado, tenemos el caso de la selección de Rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks, que son el paradigma de trabajo en equipo.
“Han ganado, nada menos, que el setenta y siete por ciento de los partidos que han jugado. De hecho, es el equipo que más victorias ha cosechado en la historia del rugby. Desde 2009, han sido elegidos en siete ocasiones como el mejor equipo del mundo. No sé si muchos conocen el rugby, pero tengo la certeza de que todos han visto en alguna ocasión el ritual que llevan a cabo antes de cada partido: su legendaria «Haka». (Euprepio Padula, Expansión 2018).
Un estudio de Mckinsey revela que la fortaleza de las capacidades liderazgo en la organización explica el 80% de los casos en los que se evidencia una performance superior. No nos olvidemos que la fuerza de una cadena se mide por el escalón más débil. El liderazgo no sólo debe estar en la alta dirección. Se necesitan líderes en toda la empresa y para ello debe haber un esfuerzo constante y sistemático de la organización para su desarrollo.
Hago esta introducción porque quiero reforzar el concepto y la importancia del equipo para lograr una meta común en muchas actividades humanas. En particular, lo indispensable que es en el mundo empresarial. Una empresa no es escalable y mucho menos sostenible sin un equipo de colaboradores unido y de alto rendimiento.
La realidad nos presenta en muchos casos falta de unidad y compromiso. Por ello, la pregunta que impide muchas veces formar estos equipos ganadores es sumamente relevante. Parte de la respuesta a esta problemática la podemos trabajar a partir del libro “Las cinco disfunciones de un equipo” de Patrick Lencioni. Este reconocido autor, nos presenta 5 enfermedades que dañan severamente a los equipos y por tanto a las organizaciones. Asimismo, también son estas cinco causas las que hacen imposible construir un excelente lugar para trabajar.
La primera de ellas es la falta de confianza. Es la disfunción más profunda. Porque la confianza es la base y soporte de todo y además sin ella no hay forma avanzar. Una organización basada en la desconfianza es tóxica y autodestructiva. En segundo lugar, tenemos a la armonía artificial. Todo parece maravilloso, pero si se profundiza sólo se ven conflictos, recelos y agendas propias. Como no hay confianza no se pueden tratar los temas. Es como una herida infectada que no se limpia y cura. Más tarde que temprano termina pudriéndose. La tercera disfunción es la falta de compromiso. Nadie asume la responsabilidad de la situación y la titularidad de enfrentar los problemas. Lo importante es cubrirse. El otro siempre es el culpable. Sólo con estas tres enfermedades es suficiente para decretar la defunción de una organización.
Sin embargo, hay más. A la falta de compromiso, se le suma la poca exigencia. Todos están en esa empresa en modo supervivencia que significa hacer lo menos posible y aprovecharse de ella lo más posible. Además, se tienen bajos niveles de exigencia personal y grupal, lo que lleva a la mediocridad. Finalmente, en este contexto germina una cultura de sálvese quien pueda. Donde sólo importan los resultados personales, incluso a costa del grupo. Esta patología descrita no es el caso de ustedes y sus empresas. Mi único afán de recordarlo es prevenirlos. Es de gran sabiduría el refrán que nos dice que el mejor remedio es la prevención. Siguiendo con el símil de la salud sería estar bien inmunizados.
Por otro lado, seremos capaces de construir una empresa exitosa y un excelente lugar para trabajar si nos vacunamos a prueba de las disfunciones mencionadas. La primera vacuna, debe ser de confianza mutua, de tal forma que permita una confrontación asertiva, en la que se busca lo mejor para el equipo y se dice lo que se tiene que decir. A partir de esa sinceridad todos contribuiremos al objetivo común sobre la base del compromiso y una cultura de resultados. En la que sólo ganaremos si el equipo gana.
*Ampliación del artículo publicado en el especial de APTITUS con motivo de la premiación 2018 de los Mejores Lugares para Trabajar (Great Place to Work)