Desde su concepción y lanzamiento, Thinknovation se ha expuesto ante la Comunidad UPC como un congreso internacional que busca difundir la innovación y las buenas prácticas del management, para lo que se ha invitado a destacados ponentes locales e internacionales desde su primera edición en el 2014. A este propósito se ha incorporado la reciente consigna de volver protagónica la relación entre negocios y tecnología, menos desde una perspectiva técnica cercana al argot ingenieril, más hacia el “democratizar” su uso en otros campos, desde el cómo lo implementamos hasta el cómo lo medimos, y todo el proceso transformativo que implica su ejercicio
Esta transformación -de la dimensión digital tanto como de la humana- permite reflexionar acerca del impacto social que ha tenido la aparición (y aceptación) de nuevas tecnologías: la mirada histórica nos facultará imaginar las oportunidades aparecidas con la primera revolución industrial a fines del siglo XVIII (así como la protesta febril de sus primeros afectados: los artesanos textiles de Manchester). Y recordar, con mayor o menor esfuerzo, las consecuencias de la introducción del chip, el procesador y la computadora en la empresa, y el ámbito doméstico (cerca de 1980); las que continúan su marcha en las evolucionadas formas de la Inteligencia Artificial (IA) y el Big Data, tendencias abordadas este año por Thinknovation.
Es la nuestra una era de cambios o un cambio de era, como propuso Augusto Zimmermann, director de Operaciones de la UPC, mientras compartía la experiencia de incorporar una IA en los canales de atención al alumno. Un cambio de era que explora los capítulos iniciales de una mayor integración entre el mundo offline y el online. En tal sentido, Thinknovation pudo contar con la participación de empresas como Google y Microsoft, encargadas de hacer más comprensibles las oportunidades de emprendimiento que surgen en un contexto donde los objetos cotidianos tienen la capacidad de comunicarse entre sí.
Es la nuestra, una era dominada por el prefijo “Hiper” (detalle anotado por Gilles Lipovetsky; hágase el ejercicio de colocar el prefijo delante del sustantivo de su preferencia): nos resulta cómodo asegurar nuestra inmovilidad frente al vuelo vertiginoso de los cambios suscitados por la fuerza incontenible de la digitalización, una fuerza que trae consigo la pletórica invasión de opciones por evaluar, entornos para (des)(re)aprender, y decisiones que tomar; y que exige -con antipática indiferencia- un permanente esfuerzo cerebral que angustia, estresa y dejan exangües nuestras buenas intenciones de productividad. Ergo, meditación y masajes en el trabajo.
En la economía digital, como afirma Douglas Rushkoff, crecer es una instrucción inapelable (a veces en conflicto con la definición de prosperidad). Cuando las empresas, grandes y pequeñas, coinciden en ese crecimiento desde la contribución social, se evidencia un curioso desenlace: el avance tecnológico termina por rescatar y entrenar aquellas fibras que nos permiten “ser humanos”, sobre todo en las generaciones mileniales (y sospecho centeniales). La ponencia de Andrea de la Piedra (Aequeales) permitió comprender cómo las “hipermétricas” (Big Data + algoritmos), partiendo desde un vector solidario, ayudan a diseñar mejores políticas para un entorno laboral balanceado y justo. Quizás no lo sabemos y estamos encaminados a la “hiperhumanización”.
A estas alturas resulta incuestionable lo útil
que es para la innovación -piedra filosofal de nuestros días- el considerar una
variedad de pensamientos y miradas que terminan por nutrirla: formar,
consolidar, liderar y empoderar al equipo multidisciplinario es la compleja divertida
meta que todo emprendedor y empresario deben tener como prioritaria. Golan
Malka, teniente coronel del ejército israelí, experto en ciberseguridad, y
ponente en Thinknovation, demostró lo fundamental que es para el éxito de una
startup el tener al equipo adecuado (viniendo de un militar, el énfasis en teamworking no es casual).
Todo equipo debe considerar a un creativo, dogma incorporado en la santísima trinidad estartapera (sic) del hipster, el hacker y el hustler. Cabe recordar que la creatividad no es moneda exclusiva de una profesión, sino ingrediente en potencia de cada individuo. Así adquieren pleno sentido las palabras del Dr. Min Basadur, experto canadiense en innovación aplicada, al afirmar que son cuatro los perfiles creativos que conforman un equipo: el generador, el conceptualizador, el optimizador y el implementador; que a su eficiencia deben sumar la flexibilidad y la adaptabilidad; y que quizás lo más importante es definir el punto de partida correcto, que permita fluidez y libertad de acción sin sacrificar la claridad del objetivo. Y ese punto de partida es el famoso “How might we…” (¿Cómo podemos hacer para…?)
Thinknovation nos permite conocer de primera mano las exploraciones -aciertos y errores incluidos- que las empresas más importantes vienen realizando en esta integración con las nuevas tecnologías, donde queda claro que el eje preeminente es la persona y el equipo, y que la creatividad debe acompañar a la solidaridad (o viceversa). La tecnología, mientras tanto, sigue siendo una herramienta, ciertamente cada vez más humanizada, pero cuyo espectro de aplicación se viene expandiendo de maneras insospechadas. Ante esta realidad, y de este lado del mundo, curiosidad y expectativa son los sentimientos que mandan: los resultados de la encuesta de Mozilla Foundation dejan ver un amago de esperanza, ¿quizás por proyectar en la IA sólo nuestras más nobles virtudes, nuestros valores platónicos, nuestro esforzado progreso?