Estos tiempos, en los que el mundo atraviesa una pandemia por el coronavirus, han permitido que la naturaleza empiece a respirar de a pocos. El mundo ha sido testigo de cómo el planeta ha dado espacio a muchas especies que se veían invadidas y hoy pueden volver a sus lugares de origen.
En distintas partes del mundo, se ha podido observar la aparición de fauna silvestre en los que antes era imposible encontrarlos: leones durmiendo en las carreteras de Sudáfrica, jabalíes en calles de Madrid, sajinos en calles de Colombia. En nuestro país se han observado distintas especies de aves en las playas de la Costa Verde e incluso la aparición de delfines.
Este impacto positivo en el medio ambiente es gracias a la ausencia del ser humano y a la reducción de la mayoría de los procesos productivos y extractivos que se dan a diario mundialmente. Sabemos que después de este periodo de crisis sanitaria mundial, el estilo de vida no será el mismo.
Los países, sus empresas y organizaciones deberán adaptar sus procesos y comportamientos a un mundo donde predomine el uso de recursos sostenibles, la generación de menor cantidad de impactos ambientales y la disminución de la contaminación. Además, se deben realizar procesos de adaptación y mitigación como compromisos para mantener un menor consumismo, mayor conciencia social, y un mejor cuidado del agua, aire, suelos, flora y fauna; y recursos no renovables.
En el Perú están sucediendo eventos muy beneficiosos para el ecosistema. De acuerdo con cifras del Ministerio del Ambiente (MINAM), encontramos que ha disminuido, solo en energía eléctrica, la emisión de más de 400 mil toneladas de gases de efecto invernadero. Si nos referimos al transporte terrestre, se han evitado más de 460 mil toneladas de dióxido de carbono (CO2) y debido a la suspensión del transporte aéreo nacional e internacional se ha evitado la emisión de, por lo menos, 380 mil toneladas de CO2. Asimismo, la calidad del aire en Lima ha mejorado notablemente, cifras por debajo de las 13 ug/m3 se mantienen.
A nivel mundial, entre los impactos ambientales positivos que nos deja esta pandemia encontramos la recuperación de ecosistemas, la reducción de gases de efecto invernadero, la disminución del tráfico ilegal de la fauna salvaje, así como el retorno de muchas especies a su hábitat natural, entre otros.
Cabe destacar que, debido el aislamiento social, las personas están aprendiendo a priorizar su salud y gestionar adecuadamente los recursos; reducir, reusar y minimizar. Estas lecciones nos deben llevar a pensar en un mundo diferente, donde entendemos que todas nuestras acciones hacia el medio ambiente tendrán consecuencias, no solo para estas generaciones, sino para las futuras.
Debemos ver la segunda oportunidad que nos da la naturaleza, para girar nuestras políticas, planes, proyectos y acciones en torno a una economía baja en carbono y a un crecimiento verde. Impulsar la conservación de nuestros bosques, de la flora y de la fauna; promover los proyectos de energías renovables y la implementación de transporte público con menos emisiones. Todo esto alineado a los planes de adaptación y mitigación frente al cambio climático.
Al Perú, le ha tocado afrontar una realidad que muchos no querían ver. Atrás quedaron, las iniciativas no escuchadas y no priorizadas, las cuales de ahora en adelante tendrán que ser las primeras en la lista. Desde hoy los profesionales del medio ambiente tendrán un rol más importante en este nuevo mundo.