Hace pocos días me pidieron de un medio unos comentarios sobre la educación on line, en particular de maestrías. Luego de reflexionar al respecto quiero compartir algunas ideas de tal suerte que sepamos apreciar y valorar su impacto transformador en la educación de postgrado.
Han existido tres fases muy marcadas en la evolución de esta modalidad en la enseñanza de maestrías y otros programas de alta implicancia. Al inicio, con los primeros programas y maestrías virtuales, se daba una especie de rechazo. Se enfrentaba el nuevo mundo educativo online versus el presencial tradicional. Siendo el primero poco conocido y catalogado de poco exigente y de baja calidad. A medida que el tiempo pasaba, la tecnología mejoraba, se consolidaron los programas virtuales. Es por esta razón que se dejó de discutir su calidad intrínseca, ante las evidencias de aprendizaje significativo de los alumnos de estos programas y se observó que podían coexistir con la enseñanza presencial tradicional. En esta fase, se les toleraba, pero siempre como algo inferior a lo presencial.
Hoy la visión moderna al respecto ha roto esta creencia. Pienso que se debe plantear una fusión, de tal forma que se pueda compatibilizar lo mejor del mundo virtual con lo presencial. Se debe combinar estas modalidades dentro de las diferentes estrategias de enseñanza. De un lado, para romper con limitaciones de tiempo y distancia, al mismo tiempo que se utilizan de forma muy creativa y con alto impacto la enseñanza virtual. El futuro en mi opinión será una armónica fusión que beneficie a todos los actores y partícipes de los procesos de aprendizaje.
En la actualidad es poco cuestionada la calidad de estos programas ofrecidos por instituciones de prestigio. Al contrario, se promueven activamente; no sólo por ser más costo-efectivos sino porque preparan a sus alumnos para ser ciudadanos del mundo digital y líderes de la transformación al desarrollar competencias como auto aprendizaje, capacidad de indagación, resolución de problemas etc.
Existe un paradigma relativo a que estos programas están más orientados a nativos digitales. Sin embargo, mi experiencia de casi una década dictando programas online es que el perfil es similar al de los cursos presenciales. He trabajado y trabajo con un grupo importante de millennials, que seguirá creciendo por obvias razones. Pero además también de la generación X y hasta algunos baby boomers. La edad no es lo relevante para estudiar bajo esta modalidad sino la flexibilidad y agilidad mental para el aprendizaje con que la persona enfrenta sus estudios.
*Artículo Publicado en la Revista G de Gestión. Febrero 2019.
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