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WE RUN UPC: Conociendo el marketing social

21 octubre, 2021 by Sandra Vanessa Ramírez Checnes Deja un comentario

El sábado 16 de octubre vi a uno de mis mejores amigos corriendo en el WE RUN UPC (y transmitiéndolo por la red social Instagram). Él estaba feliz trotando por el malecón de Miraflores. No solo lo hacía por salud, sino que tenía un motivo más importante: corría para que más niños tuvieran acceso a una mejor educación. Se había convertido en participante de una campaña de marketing social.

¿Y qué es ese tipo de marketing? Antes de conocer más, recordemos que WE RUN UPC es la primera carrera virtual que organiza la institución educativa para toda la comunidad universitaria con el objetivo de recolectar fondos para colaborar con “De tambo a tambo”, uno de los principales programas de MAB, el cual mejora el acceso a la educación integral y tecnología de niños, niñas y adolescentes en los tambos, a través de plataformas fijas del MIDIS en comunidades rurales dispersas en nuestro país. Las Plataformas de Acción para la Inclusión Social (PAIS) son implementadas y promovidas por el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS) y tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de la población en condición de pobreza y pobreza extrema.

Primero veamos el spot y luego comentaremos lo que implica el marketing social.

YouTube video

El concepto de marketing social no es nuevo, es usado desde julio de 1971. Según Philip Kotler, padre del marketing contemporáneo, este tipo de marketing comprende los esfuerzos por cambiar el comportamiento público por otro que la sociedad estime deseable. Por ejemplo, la mayoría de las personas considera el abuso de alcohol, de las drogas, tirar basura, ser indiferente ante enfermedades graves, entre otros, como un comportamiento individual y socialmente indeseable. Es por ello que las campañas de marketing social se centrarán en mejorar la salud, la educación, cuidar el medio ambiente, etc.

Este tipo de marketing tiene dos características específicas: es un proceso continuo y está centrado en el destinatario (persona que recibe el mensaje). Ya que un cambio solo es factible si las personas que formamos la sociedad contribuimos a que se realice. Tomemos como ejemplo a WE RUN UPC. En el caso del video de difusión, se le habla directamente a la comunidad de la universidad para hacer énfasis en lo importante que es que la mayoría de niños, niñas y adolescentes accedan a una educación de calidad. La campaña utiliza distintas herramientas de comunicación (redes sociales, emailing, web, etc.), pero siempre con el mismo objetivo: vincularse emocionalmente con el público para que recuerde el valor de la educación.

En el marketing social se utilizan las mismas herramientas que en el marketing tradicional, ya que la investigación es vital para crear el producto social, que es como se denomina a la idea, práctica o el uso de un determinado elemento que servirá para influenciar al público y lograr el tan ansiado cambio. Cabe señalar que, en este tipo de marketing, la comunicación tiene un carácter táctico, ya que solo a través de ella se logrará que las personas consuman mi producto. En este caso, el consumo del producto se concretará en el momento en que las personas donen directamente o participen en alguna de las categorías de la carrera.

La campaña está complementada por pequeños videos que invitan a los UPCinos y UPCcinas a unirse bajo un mismo propósito: transformar nuestro país a través de la educación.  Siendo consistente con el marketing social, la campaña continúa comunicándose directamente al destinatario diciéndole que done su tiempo y sobre todo que logre trascender a través de su participación en esta carrera.

¿Conoces otras campañas de marketing social que se realicen en nuestro país o en el exterior?

¿Crisis política o de valores?

13 octubre, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

Estas últimas semanas hemos visto un escenario político accidentado y con muchas actuaciones que nos deben llamar a la reflexión en diferentes aspectos. Fuera de los hechos que han sido expuestos públicamente en diferentes medios de comunicación, y que aún son materia de investigación, quisiera detenerme en el papel y la responsabilidad que tenemos nosotros como ciudadanos, como líderes, y, sobre todo, como educadores que velamos por la formación de los futuros profesionales que nuestro país necesita.

¿Podemos transformar el Perú sin una cultura de valores?

La transformación exige que tanto la innovación como la exigencia se sostengan sobre una cultura de valores. Esto es algo que creemos firmemente en la UPC, y constituyen, además, nuestros pilares desde que fuimos fundados. Si los valores no están presentes en la educación de una persona, no estamos hablando entonces de una auténtica formación. Y si no estamos formando a un profesional como se debe, significa que nosotros somos los principales responsables de los problemas que aquejan a nuestra sociedad, pero preferimos hacernos los desentendidos, miramos a un costado y hacemos lo más fácil que es echarle la culpa al sistema. La historia nos ha demostrado que una sociedad sin valores, es una sociedad que está condenada a desaparecer.

Es fundamental, entonces, que las instituciones educativas, responsables de formar a los futuros ciudadanos, analicemos y cuestionemos seriamente nuestro modelo educativo en todos sus frentes. ¿Contamos con protocolos y certificaciones que aseguren que nuestro personal administrativo y docente cuentan con la capacidad moral y ética para desempeñarse en nuestra institución? ¿esto es algo que medimos constantemente todos los años o solo nos conformamos con que los colaboradores firmen un documento sobre conflicto de intereses al entrar a laborar? Sumado a esta autoevaluación, debemos tener una actitud consecuente en todos los niveles, desde la cabeza de la organización, el equipo directivo, los colaboradores, docentes, nuestros socios estratégicos, proveedores, etc. No podemos promover una cultura de valores sin predicar con el ejemplo.

Es sumamente importante cortar de raíz los actos inmorales en nuestras organizaciones, penalizándolos y comunicándolos. Los castigos deben ser realmente ejemplificadores, así sea un colaborador clave o esté en un puesto crítico de la organización. Para ello, debemos habilitar un canal de denuncias anónimo que permita proteger la identidad del denunciante y hacer una investigación exhaustiva, de preferencia con una consultora externa.

Por ejemplo, por el lado del sector educación, creo que el sistema judicial podría contribuir mucho con transparentar los antecedentes penales y judiciales de los docentes, de la misma forma en que las centrales de riesgo manejan la información financiera de los clientes y los clasifican de acuerdo a su capacidad de pago. Las instituciones educativas podríamos consultar en este plataforma durante el proceso de incorporación, y reservarnos el derecho legítimo de decidir quiénes serán las personas que van a formar a nuestros alumnos.  

Estoy segura que si trabajamos en equipo para sacar adelante este y otros mecanismos innovadores que favorezcan a una cultura de tolerancia cero frente a la corrupción y los actos inmorales, tendremos cambios significativos en poco tiempo. Solo de esta manera podremos corregir el curso de nuestra historia, asegurando una nueva generación de ciudadanos responsables, íntegros e innovadores que realmente amen y respeten a su país.

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 18 de setiembre de 2020.

El periodismo en la sociedad

12 abril, 2018 by Enfoque UPC Deja un comentario

Hago una reflexión sobre el ejercicio periodístico y su impacto en la sociedad, mencionando además algunos ejemplos de iniciativas digitales que trascienden el comentario superficial y brindan una investigación más profunda de los hechos.

Por: Martín Higueras ([email protected])

¿Cuál es el periodismo que realmente necesita una sociedad? Nuestra vida transcurre junto a la realidad que nos rodea y esta realidad se refleja a través de los medios de comunicación que, ojo, no son necesariamente de contenido periodístico.

Una de las características de los periodistas es que estamos constantemente pensando en clave informativa y eso, lejos de ser una desventaja –algunos creerían que se transforma en una obsesión– solo nos recuerda en cada momento el papel fundamental que juega esta profesión en una sociedad libre y democrática como la peruana.

El hecho es el siguiente: ¿los periodistas conscientes del efecto que podemos provocar y de la responsabilidad que rodea nuestra profesión? Tal vez la pregunta sería injusta si no recordáramos los cambios que ha experimentado la profesión. Ahora, con la omnipresencia de las redes sociales, los periodistas están más presentes como influencers que como informadores, lo que resulta a la larga un enorme problema.

No hace falta sino darse una vuelta por el Twitter y buscar la actividad de los periodistas más conocidos para la opinión pública y los que más seguidores tienen. Además de dar informaciones, que lo hacen, también se convierten en líderes de opinión que, alejados de sus columnas en páginas impresas o digitales, participan en el acontecer diario del país. Su éxito –o tal vez debería escribir «éxito»– no se mide, en estos casos, por el nivel argumentativo de sus opiniones, sino por los retuits o por los comentarios que aprueban su posición. ¿Sólo eso? Para nada. Su presencia en las redes sociales también destaca por los enfrentamientos que «logra» con sus seguidores o, mejor dicho, sus detractores quienes, como leones frente a su presa, buscan el menor error para lanzarse a su cuello.

Para ser sincero, esto último sólo generaliza la situación. Afortunadamente tenemos buen periodismo en Perú y, si me permiten, incluso muy bueno. Lo notamos cuando comprobamos el buen nivel de investigación de algún reportaje en los programas dominicales, o en la esperanzadora ola de periodistas investigadores quienes, seguramente cansados por la poca importancia que le dan los medios tradicionales al periodismo de largo aliento, han preferido migrar hacia plataformas digitales que, más allá de limitarlos, les abre un abanico de posibilidades para desarrollar el periodismo de investigación con novedosos lenguajes periodísticos. Ejemplos claros son las experiencias de Convoca y Ojo Público, dos propuestas muy interesantes.

Prueba de esto último es lo que ha estado ocurriendo en torno al caso Odebrecht, lo que no sólo ha provocado un sismo a nivel político, económico y social, sino también ha representado un reto inmenso para los profesionales de la información por la enorme cantidad de información. Es justamente en Internet donde más y mejor se están destacando, poniendo a prueba la nueva corriente del periodismo de datos. Esto lo vemos en Convoca con una buena cantidad de piezas periodísticas.

Sin exagerar, se trata de una bocanada de esperanza para los que nos dedicamos a esto y para los que vemos a jóvenes estudiantes en la carrera de Comunicación y Periodismo con ganas de destacar con argumentos serios y periodísticos.

Es entonces que podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el periodismo, bien entendido y bien ejercido, forma parte esencial de una sociedad, toda vez que informa y explica lo que ocurre a nuestro alrededor, con una enorme responsabilidad al ejercer control frente a los que nos gobiernan y a las instituciones.

Finalmente, nuestros amigos Kovach y Rosenstiel tenían razón: «los periodistas deben ejercer un control independiente del poder«.

(Imagen tomada de http://elucabista.com/2017/03/17/elabora-una-investigacion-periodistica-que-marque-un-hito-social/)

De la teoría sueca del amor a la comunicación auténtica

22 marzo, 2018 by Enfoque UPC Deja un comentario

Planteo un acercamiento a las nuevas teorías del individualismo al tomar como punto de partida un documental de Erik Gandini sobre la actual sociedad sueca.

Por: Rossana Echeandía ([email protected])

En días del Óscar, cuando las mejores películas se disputan los tiempos libres para ir a verlas, quise salir un poco de la ficción y buscar un documental que hacía tiempo tenía ganas de ver: La teoría sueca del amor, de Erik Gandini, acerca del ideal de individualismo radical que ha alcanzado esa sociedad.

YouTube video

Ahora que contamos con infinidad de medios para comunicarnos de inmediato y a donde sea, invasivos y omnipresentes, resulta que el individualismo es más viable, aunque de él surjan, amenazantes, la pesadilla de la incomunicación y de la soledad que se van instalando en las mentes y en los corazones humanos hasta convertirse en una epidemia.

Si el mundo aspira al individualismo y parece cómodo con una comunicación virtual, superficial, incapaz de suscitar el encuentro de un yo con un tú, ¿por qué habría de interesarnos una comunicación auténtica? Filósofos como Martin Buber y Álvaro Abellán señalan que esta es una condición imprescindible para que el ser humano, “el único animal que tiene palabra”, avance hacia su plenitud. ¿Estarán equivocados?

Antoni Mari, uno de los promotores del individualismo radical, agradece a la modernidad la aparición de la multitud y, con ella, de la soledad primordial, pues, es en “esa masa de seres anónimos e indocumentados donde puede gozarse la soledad” en todas sus consecuencias: igual para todos los que están allí, todos juntos, todos solos.

Es preciso coincidir con Mari en que en la multitud y la soledad puede manifestarse poderosa. El problema es desearla en busca de una individualización radical. Después, que se ha alimentado el ideal de la independencia personal, ahora, hay que dar otro salto. Por eso, Mari celebra que la “segunda modernidad” se ha liberado de las formas tradicionales de la socialización, dando lugar a una individualización que hace capaz y autónomo al “individuo para construir su propia identidad, producir su biografía y planificar el curso de su vida sin necesidad de recurrir a los medios sociales y morales de la primera modernidad”. Para él, las “formas tradicionales de la socialización” constituyen un peso del cual debemos liberarnos en pro de una individualización radical que prescinda de los vínculos sociales y morales que caracterizan a un grupo humano.

Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en los países nórdicos, culturas altamente individualistas e incomunicadas cuyas necesidades materiales básicas están satisfechas. Al final del camino de ese ideal, sin embargo, no nos encontramos con la felicidad prometida sino con un peligroso vacío existencial.

El minucioso trabajo de Gandini revela que en estas ‘sociedades’ reinan la abulia más profunda, el aburrimiento y la soledad, donde, las personas han perdido la habilidad de cultivar y sostener vínculos sociales: nada debe atentar contra el propio individualismo; nada debe comprometer al yo con un tú.

Hay otras investigaciones acerca de esa sociedad, como El infernal ‘paraíso’ de la soledad sueca, donde, Mario Silar alerta que el 50% de los suecos viven solos y sufren las consecuencias de una manipulación perversa de nociones básicas como voluntariedad, autonomía, independencia y relaciones humanas. Un ideal de autonomía radical que atenta contra “la estructura antropológica fundamental del ser humano como un ser-de, ser-para y ser-con, único ámbito desde el cual se puede ser verdaderamente libre y responsable” y sentirse realizado, según escribió Joseph Ratzinger en La libertad y la verdad.

Para Mari, la deseada “individualización supone la disolución de los vínculos tradicionales… sin un entorno doméstico y familiar, sin relaciones normales de trabajo, sin cultura de clase, sin responsabilidades sociales, sin proyecto o azar común y sin complicidad con lo otro que no sea una extensión de sí mismo”.

Y es verdad que el individualismo nos ‘libera’ de las responsabilidades y de los compromisos que implican las relaciones sociales auténticas, pero también nos pierde el espacio del encuentro con otro que nos permite establecer vínculos para consolidar nuestra naturaleza de seres en relación.

El documental de Gandini, que recomiendo ver y discutir, muestra al sociólogo Zygmunt Bauman describiendo qué ocurre cuando el individualismo radical atrofia la capacidad del diálogo auténtico: “Los suecos han perdido las habilidades de la socialización. Al final de la independencia, no está la felicidad; está el vacío de la vida, la insignificancia de la vida y un aburrimiento absolutamente inimaginable”.

(Imagen tomada de https://eldocumentaldelmes.com/es/doc/the-swedish-theory-of-love-2/)

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