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La universidad 4.0 ya está aquí

30 junio, 2020 by Marisol Suárez Deja un comentario

El mundo evoluciona a una velocidad vertiginosa, sobre todo en estos tiempos en los que la pandemia ha irrumpido con fuerza en todos los sectores, modificando los comportamientos, actitudes y hábitos de consumo de las personas. Los estudiantes no son ajenos a este cambio, al contrario, su formación profesional ya no solo depende de la capacidad intelectual, se requiere de una combinación de capacidad intelectual + inteligencia emocional + resiliencia + cognición aumentada. Es decir, habilidades necesarias en la proliferación tecnológica de lo que algunos autores denominan la “4ta revolución industrial”.

Un informe del Foro Económico Mundial en 2016 decía que los profesionales, a los 18 meses de haberse graduado, perderían el 40% de lo aprendido cada 3 años. Por otro lado, predijo que, en el 2020, más de un tercio de las habilidades de las ocupaciones estaría compuesto por habilidades que aún no se consideran cruciales para el trabajo actual.

Tanto las habilidades blandas como las tecnológicas son esenciales para desempeñar con éxito los diferentes desafíos que encontramos en el mundo laboral. Algunas habilidades blandas requieren que se le incluyan el pensamiento cognitivo, el pensamiento adaptativo innovador, la capacidad de solución, destrezas elásticas y competencias transvergentes.

Según el profesor Ronald Barnett, del Instituto de Educación de la Universidad de Londres, podríamos hablar del concepto de Universidad 4.0. Una universidad evolucionada, socialmente responsable y comprometida con satisfacer las necesidades de los estudiantes. Basada en el internet de alta velocidad, dispositivos móviles, plataformas tecnológicas y apps digitales. En ella podemos encontrar la integración de modalidades que favorecen la inclusión y la diversidad social como las clases virtuales, híbridas, remota, inmersiva, etc.

Otra característica es que encontraremos una oferta académica de disciplinas transversales en menor tiempo que una carrera tradicional, logrando un nivel avanzado de personalización en la currícula, de acuerdo a los objetivos que se quieren conseguir. Además, los alumnos pueden añadir nuevos soft skills o especializaciones a su titulación a lo largo de su vida laboral.

Algunas de estos nuevos profesionales serán los líderes globales, trabajadores satelitales, incubadores de proyectos, ingenieros de mundos inmersivos, influencers de emprendimiento, coaches de aprendizaje, teleeducadores, knowmads del conocimiento, gigieducadores, gestores culturales. Profesionales formados para ejecutar nuevos roles transvergentes.

Por el lado de las plataformas digitales, encontramos los LMS inteligentes que usarán algoritmos de IA en combinación con IoT (Internet de las Cosas) para ofrecer una experiencia de aprendizaje única y completa a los alumnos. Esta revolución integra también la robótica, los sistemas automatizados, blockchain, Fintech, bots, deep learning, tecnología 5G y sistemas de ciberseguridad.

Algunas instituciones de educación superior están utilizando los datos para poder mejorar la experiencia de aprendizaje de sus alumnos. Ese es el caso de la UPC, nosotros fuimos pioneros en usar la IA para predecir el rendimiento educativo de los alumnos en sus primeros años de estudio. Esto nos permite adelantarnos y gestionar el reforzamiento de aprendizajes en los que el modelo predictivo nos indica que pueden tener algún tipo de dificultad. La analítica de datos será utilizada también en esta fase para personalizar la experiencia y las necesidades de cada estudiante, en función de su rendimiento.  También usamos IA para atender a nuestros alumnos.  Hoy, más del 80% de las preguntas son respondidas por nuestra asesora virtual ALMA en segundos. 

Finalmente, es importante recordar que la Universidad 4.0 no es aquella que tiene lo último en tecnología, ni aquella que copia a la otra por moda, sino aquella que es capaz de utilizar la tecnología como un medio para poder formar mejor a nuestros alumnos. Eso hoy es posible entendiendo su necesidad, viendo su nivel y así planificando su aprendizaje para llegar al objetivo.  Cada día más experimentaremos una educación muy personalizada.   

Midamos nuestra innovación no por la tecnología que tenemos sino por la que utilizamos y podemos demostrar que trae mejores resultados en adquisición de conocimiento, desarrollo de competencias, en retención de alumnos en riesgo, etc. La educación 4.0 es un gran reto para el sector educación en el Perú, pero es un reto que ya empezó y que no podremos dejar pasar. 

O innovamos o desaparecemos.  

*Artículo publicado en el portal: https://marisolsuarez.com/, 9 de junio de 2020.

De modo presencial a modo virtual: Como afrontar el cambio en la forma de enseñar

29 mayo, 2020 by Guillermo Quiroga Deja un comentario

Hay eventos que disparan el cambio y hoy en el sector educación estamos ante uno de ellos. Pienso que para la educación virtual se ha abierto una gran oportunidad. Te animo a sumarte a este viaje al futuro.

Por esta razón, les comparto algunas ideas que pueden ayudar a todos los profesores a enfrentar el desafío de enseñar en formato on line cuando gran parte de su vida han dictado presencial. Como ha sido mi caso. Para animarnos, no se olviden que nuestro cerebro es plástico, eso significa que si queremos podemos aprender nuevas cosas a pesar de la edad o costumbre. Todo depende de la actitud.

Además, les comento que he revisado muchos sitios especializados con ideas y consejos para enseñar en forma virtual. La mayoría se centra en los factores ambientales. Conexión, vestimenta, iluminación etc. Son muy importantes esos consejos, pero esto es sólo el piso o lo mínimo. Por ello, pienso que conversar sobre temas de fondo es muy pertinente.

Quizás la primera idea fuerza a tener presente es que no hay segunda oportunidad para una primera impresión. En ese sentido, es vital empezar las clases on line con la actitud y energía correcta. Abiertos a la tecnología y sobre todo a las sorpresas. Con esto no quiero minimizar los inconvenientes técnicos o problemas que surgirán. Simplemente el mensaje consiste en no perder perspectiva. Los alumnos con el tiempo puede que no se acuerden mucho de lo que se les enseño. Pero jamás olvidarán como se hizo.

La segunda idea importante es intensidad: Qué cada clase cuente. Para mí esto es lo más importante de todo. Al final de la sesión tanto nosotros como los alumnos digan, a pesar del esfuerzo ha valido la pena. Si nosotros como docentes hemos dado nuestro mejor esfuerzo y los alumnos han aprendido algo que les sirva para su crecimiento profesional; se ha producido un aprendizaje significativo y el logro está cumplido.

Hemos de transmitir a los alumnos seguridad. Sobre todo, al principio. Vamos despacio construyendo paso a paso. Tanto ellos como nosotros con el tiempo y la repetición lo haremos cada día mejor en formato virtual. Es muy oportuno enfocar la clase como si fuese una conversación uno a uno. Esta forma de enseñanza lo permite. Un dato importante es que bajo la modalidad on line muchos alumnos pierden el miedo escénico. Por tanto, es una gran oportunidad para que nosotros y ellos descubramos juntos nuevos talentos. No nos olvidemos que el poder de la educación radica en la transformación personal de cada alumno.

Planificar muy bien la clase en segmentos determinados y hacer breves pausas activas. Tener ejemplos e historias relacionadas al curso preparadas para comentar. Compartir videos cortos que dan frescura a la clase. Usar poco a poco todas las herramientas que la plataforma nos ofrece. Experimentar, será divertido para nosotros y los alumnos. No nos angustiemos por la evaluación. Apelemos a su responsabilidad y profesionalidad. Son ellos los principales interesados en aprender. En tal sentido, las evaluaciones deben ir en la línea del desarrollo del pensamiento crítico y de las competencias del curso. Ya no hace falta aprender de memoria como antes, todo está al alcance de la mano en la red. 

Finalmente, paciencia y buen humor. Hay cosas que no controlamos: conectividad, suministro de energía eléctrica nuestra y la de los alumnos. Por ello, ante un problema técnico tomarlo con calma. No nos angustiemos si perdemos 10 minutos. Luego los recuperamos. Volver a intentarlo hasta que funcione. Los alumnos valorarán más nuestro esfuerzo y buen humor ante la adversidad. Si transmitimos energía negativa por más que tengamos la mejor tecnología la experiencia no será la mejor.

A medida que avancemos en el proceso estoy seguro de que surgirán excelentes aprendizajes. Por lo tanto, lo mejor es empezar e ir un día a la vez y veremos cómo nuestras clases on line se convierten en una excelente alternativa de formación.

*Artículo publicado en el LinkedIn: https://pe.linkedin.com/in/guillermoquirogap , 23 de marzo de 2020.

El uso de la big data en la educación: un largo camino por recorrer

26 febrero, 2020 by Tito Viale Deja un comentario

Todos nosotros, en el día a día, escuchamos hablar de datos, información y conocimientos. Incluso, solemos decir “pásame los datos…” o “pásame la información…”; sin detenernos a pensar si estamos hablando de lo mismo o si es que estamos hablando de conceptos diferentes. Según la Real Academia Española (RAE), la palabra dato viene del latín Datum, que significa lo que se da. Todo documento proporciona algo y a eso le llamamos dato. La información es la base del conocimiento y la RAE la define como la “explicación de una palabra”. Por otro lado, la RAE define como conocimiento la acción y efecto de entender, de saber.

En el mundo de la informática, los datos son la base de la información. Estos datos alimentan (input) un sistema, luego se procesan y se obtiene una salida (output) a la que llamamos información. Es con esta información que generamos conocimiento para la adecuada toma de decisiones. Si bien, en nuestros días, los datos los guardamos en medios electrónicos, magnéticos u ópticos, pero hace algunos miles de años atrás, eran guardados o transmitidos en piedra, papel, madera, etc.

Para aclarar la diferencia entre los tres conceptos veamos el siguiente ejemplo:

  • Dato: 10,5
  • Información: 10,5 es el promedio de fin de año en el curso de matemática de mi sección.
  • Conocimiento: si el promedio es 10,5 significa que, tal vez, el diseño de la asignatura no fue el adecuado con lo cual debemos revisarlo para lograr mejorar el desempeño de mis estudiantes.

En el mundo de la educación, cada vez es más importante el uso de los datos de nuestros estudiantes con la finalidad de conocerlos mejor y ofrecerles una experiencia de aprendizaje personalizada. Si bien, en un principio, nos contentábamos con conocer sus notas, sus asistencias a clases, los comentarios de sus profesores en relación con su desempeño académico, su composición familiar, etc.; actualmente, requerimos más y más datos de nuestros estudiantes. Ahora, adicionalmente, necesitamos conocer dónde vive nuestro estudiante, su pasatiempo preferido, sus actividades extraacadémicas, si es deportista, si es primera generación en la universidad, su historial académico en el colegio, su madurez para enfrentarse a situaciones nuevas, deseamos conocer, también, su inteligencia emocional, las respuestas de sus correos electrónicos y un largo etcétera.

Se ha ido haciendo cada vez más y más grande la cantidad de datos necesarios volviéndose inmanejables con la tecnología y herramientas convencionales. A toda esta enorme cantidad de datos se le conoce como Big Data; concepto popularizado por John Mashley (informático estadounidense) en el año 1990 cuando escribió un artículo titulado Big Data and the next Wave of Infrastress, en el cual señala que nuestra infraestructura informática, en ese entonces, no estaba preparada para soportar ni procesar la enorme cantidad de datos que crecía a grandes velocidades.

Big Data, o datos masivos, es un término que utilizamos para explicar el enorme volumen de datos que hoy en día se procesa. Estos datos pueden ser estructurados (en hojas de cálculo, por ejemplo), o no estructurados (textos, correos electrónicos, etc.). Esto lo hace complejo, pero, a decir de Cukier (2014), mientras más datos tengamos, mejor: “Big Data is better Data”.

Sin embargo, la data no es lo que importa sino lo que nosotros podamos hacer con esa data. Esa data, analizada a fondo, se convierte en un tesoro en forma de información confiable que puede marcar la diferencia en la educación.

Si contamos con una Big Data (o queremos hacernos de una) y deseamos procesarla, debemos proveernos de equipos informáticos de gran potencia que procesen con rapidez y eficacia millones y millones de datos a la vez. Esto nos permitirá encontrar correlaciones entre datos y detectar patrones y tendencias que nos servirán para una acertada toma de decisiones.

Estos patrones y tendencias se pueden encontrar de dos maneras. Una de estas maneras es crear el algoritmo que le diga a la máquina qué es lo que debe encontrar. La otra manera, es hacer uso del Machine Learning (“entrenamos” a la máquina haciendo uso de la inteligencia artificial), para que la máquina nos muestre todos los patrones que encuentre. En este último caso nos podemos dar con la sorpresa de recibir patrones que no nos hubiésemos imaginado que existían.

Estamos viviendo una etapa de transformación en la historia de la educación: la Inteligencia Artificial está llegando a las aulas. Pareciera un cuento de ciencia ficción, pero ya no lo es. El uso de grandes cantidades de datos (Big Data) para dirigir el aprendizaje de los alumnos ya está siendo parte de aplicaciones reales.

En el año 2013 en San Francisco (EEUU), Max Ventilla (informático, emprendedor, financista y uno de los creadores del Google+), funda los AltSchool, colegios en los cuales hace uso de toda la data que puede obtener en el salón de clases para mejorar la gestión del aprendizaje de los estudiantes. Este es un modelo de observación de los alumnos para personalizar la enseñanza. Este modelo contempla el seguimiento de todas las interacciones de los alumnos dentro de la escuela con un software que sigue y graba, tanto sus movimientos corporales como faciales, y las inflexiones de su voz apoyándose en el uso de cámaras y micrófonos.

Por otro lado, otro camino que ofrece el uso de datos masivos (Big Data) en educación tiene una orientación muy distinta al caso anterior, pero comparte el componente de innovación que permiten los avances de la Inteligencia Artificial basada en algoritmos. Se trata del uso de grandes cantidades de datos para analizar el funcionamiento de un sistema educativo, detectar desigualdades y actuar para reducirlas. Así, por ejemplo, haciendo uso del Big Data y de la Inteligencia Artificial, el año 2016, diez investigadores chilenos resultaron ganadores del concurso “Nuevos debates, Datos para el desarrollo” organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El estudio se tituló: “Apoyando la formulación de políticas públicas y toma de decisiones en educación utilizando técnicas de análisis de datos masivos: el caso de Chile”.

En este estudio, Patricio Rodríguez (2016), uno de los flamantes investigadores, nos explica que lograron demostrar, usando los datos públicos de Chile, que se pueden generar evidencias que les permita tomar mejores decisiones en educación. Haciendo uso de una enorme cantidad de datos (Big Data) y de la Inteligencia Artificial, se hicieron visibles problemas previamente ocultos. En este caso, en particular, la heterogeneidad del país fue puesta en evidencia por la dimensión territorial, evidenciando relaciones con factores no educativos previamente ignorados en la toma de decisiones en educación.

Finalmente, otro ejemplo de uso de Big Data e Inteligencia Artificial en la educación es el de Analyticus. Miguel Molina, CEO de Analyticus, nos explica cómo se puede explotar la información que generan las empresas para tomar decisiones e identificar patrones en volúmenes importantes de datos. Para esto, dice Molina, debemos “entrenar” a la máquina para identificar patrones (Machine Learning). Miguel Molina, basándose en el uso de datos masivos y de la Inteligencia Artificial, ha creado un producto para predecir la deserción estudiantil universitaria.

A pesar de todas las ventajas que ofrece el procesar la data para la acertada toma de decisiones, sobre todo en la gestión del aprendizaje de nuestros estudiantes, Salvador Rojas (2018), pedagogo y asesor en innovación educativa, señala que existen riesgos en el uso del Big Data en educación. Uno de estos riesgos es la desigualdad de oportunidades para los estudiantes provenientes de familias con escaso poder adquisitivo para acceder a escuelas como las de Max Ventilla, por otro lado, la intromisión en la intimidad y privacidad de los mismos y, finalmente, la posibilidad de que la data recopilada caiga en manos de gente inescrupulosa.

El debate está abierto.

Por más fotos de prototipos y menos fotos de Post-its

19 noviembre, 2019 by Ubaldo Lescano Deja un comentario

Desde hace buen tiempo vemos que la innovación, la transformación y el cambio cultural es lo que domina cuando hablamos de seguir evolucionando y aprendiendo a ser flexibles y ágiles frente a los cambios, los cuáles son cada vez más intensos y se dan con mayor frecuencia y usualmente vienen acompañados de un factor tecnológico, un ejemplo trillado y ya clásico es cuando hablamos de Blockbuster vs Netflix o Kodak vs Kodak (desarrollar la 1ra. cámara digital y no utilizarla), hasta ejemplos más recientes como Taxis vs Uber u Hoteles vs Airbnb.

Bajo este contexto y ya en el 2019 (casi 2020) es que muchas empresas están tratando de subirse a la ola de las nuevas formas de enfrentar y entender las nuevas economías, donde todas ellas tienen un componente digital. Por ejemplo, si les preguntase, ¿cuál es el negocio de Domino’s Pizzas hoy?, ¿qué sería lo que me responderían? ¡Pues obvio que pizzas! Y lo dirían en coro y en voz alta, pues les comento que no, que el negocio de Domino’s HOY es ser un ecommerce, en donde su producto estrella es la pizza, y en donde muestran retroalimentación en todos los pasos, desde la recepción de la orden, pasando por la preparación, hasta la salida y entrega final, un Amazon de las pizzas.

Y con los ejemplos anteriores es que ahora, en muchas empresas, se están dando espacios para poder reunirse, sean clientes, staff o ambos, y lograr, con nuevas técnicas metodológicas, entender mejor a la persona a la cual le dan un servicio o le están brindando un producto. Sin embargo, ese sólo es el paso uno, entender a las personas, y en este paso podemos capacitar, desarrollar e implementar talleres en donde, por supuesto, se usarán muchos post-its, plumones y papelógrafos, pero ¿qué pasa con los siguientes pasos?, ¿qué sucede con toda la información que hemos recogido?, ¿qué ideas nuevas y accionables han surgido? Entonces, ponemos las fotos en nuestras redes sociales sobre el taller, los miles de post-its que usamos, pero luego ¿qué viene después?

Por lo que, si ya estamos dedicando tiempo a entender a la persona, ¿por qué no cerrar el círculo hasta llegar a un prototipo?, que sea el entregable final del taller un producto o servicio tangible como resultado de toda esta información que hemos recopilado y que ha costado tiempo y esfuerzo obtenerla, ¿no sería mejor tomarle fotos al prototipo que a varios posts-its? En IDEO, consultora especializada en mejorar la experiencia (quizás la agencia UX más famosa del mundo), tienen como cultura que, si se genera una reunión de trabajo, esta no puede acabar sin tener un prototipo, ¿no les parece genial?, y es por eso que deberíamos exigir más prototipos y menos post-its.

Ecosistemas virtuales

28 mayo, 2019 by Emilio J. Lafferranderie Deja un comentario

Es un error pensar que las redes son una entidad externa a los seres humanos. Están ahí: antes que nosotros. No son meras receptoras de nuestras proyecciones psicológicas sino complejas máquinas de producir sentidos. Ellas configuran el material primordial de la socialización contemporánea. Es indudable que si existe un lenguaje común – y en eso reside la globalización – es el de las redes. Moldean y construyen identidades individuales, sociales y transnacionales. Paulatinamente, han devenido en el espacio de transacción fundamental de todas las esferas de la vida humana: proyectos, entretenimiento, vínculos, trabajo y estilos de vida. No es arriesgado afirmar que buena parte de la existencia actual se justifica y se valida en ese inmenso teatro del mundo que son las redes. Y tal vez, por eso nos confrontan y nos cuestionan, porque son portadoras silenciosas de una hipótesis difícil de aceptar: la idea de que un ser humano autónomo e independiente no sea más que una ficción. Siguiendo esa línea de análisis, una película como Matrix, en poco tiempo más, podrá ser catalogada como un documental.

Todo este nuevo ecosistema fuerza al campo de la psicología a responder una multiplicidad de preguntas: ¿existe una adicción a las redes sociales? ¿Cómo controlar un sistema que por definición es ilimitado, omnipresente y que responde a reglas que exceden nuestra capacidad de racionalización? Tal vez el problema ya no sea la dependencia sino la posibilidad de diseñar nuevas formas de vida con ellas.  Innovar sin temor, utilizando ese inabarcable tejido de sentido virtual que nos rodea. ¿Las redes sociales permiten mejorar los estilos de afrontamiento, la inteligencia emocional, el bienestar? Cada uno encuentra una respuesta distinta a la hora de crear su existencia. Lo cierto es que la tecnología es uno de los marcos de referencia centrales para pensar el presente de la psicología humana.

Hemos pasado de vínculos exclusivos y presenciales – cuyo modelo era la familia o el barrio o la interacción cara a cara – a otro ecosistema: los vínculos masivos, totales, públicos, hiper-relaciones con una red que no tiene número, ni lugar ni tiempo. Es una metamorfosis mayor que cualquier cuento de Kafka. Amar, desear y odiar han alcanzado, para varios autores, el estatuto de “emociones virtuales”. El problema reside en si permaneceremos en el antiguo paradigma que asocia lo “virtual” a lo “falso” y si no somos capaces de aceptar que las redes también son campos del mundo afectivo. El territorio de los vínculos adolescentes es la evidencia mayor de este cambio evolutivo. Si los hechos no se adecúan a nuestras teorías, no debemos negarlos, sino replantear cómo pensamos y qué ideas podemos elaborar desde la psicología.

Nuevos dilemas surgen en este contexto. Interrogantes que redefinen las motivaciones humanas y exigen a los psicólogos actualizar sus enfoques y perspectivas.  Por ejemplo: ¿Cómo hubiera construido el psicólogo humanista Abraham Maslow su famosa pirámide de las necesidades si viviera en esta época?. La respuesta la sabremos si escuchamos con apertura a las narrativas, lenguajes e imágenes del ecosistema que nos ha tocado habitar. 

El futuro ya es pasado

26 marzo, 2019 by Guillermo Quiroga Deja un comentario

Un estudio del IMD sobre disrupción y transformación digital propone el concepto vortex digital. Bajo esta idea nos alerta de cuáles son las industrias y sectores que más cercanos se encuentran al centro del mismo; y por tanto con mayor rapidez y violencia serán afectados por la cuarta revolución industrial. Los negocios de media y entretenimiento, productos y servicios tecnológicos, retail, servicios financieros y Telecom en ese orden son los más cercanos al vortex y por tanto los más expuestos. Le siguen productos de consumo masivo, educación, servicios profesionales, hotelería y manufactura.

Netflix y YouTube, tienen en jaque a la televisión tradicional, incluso a grandes jugadores del cable como HBO. La reciente película de Spielberg “The Post”, en alusión al venerado periódico tiene una escena de antología y nostalgia sobre cómo se trabajaba e imprimían los periódicos no hace muchos años. Nacen continuamente emprendimientos basados en la tecnología que revolucionan todo. La nueva tienda de Zara, en Londres configura una forma distinta para el retail, en donde se fusiona la experiencia presencial con las ventajas de la compra on line, generando un ecosistema nuevo para la venta minorista. El denominado click-and-collect.  Por otro lado, las fintech amenazan seriamente a la banca y los seguros tradicionales a través de la desintermediación en base a los atributos de menores costos y mayor rapidez. Finalmente, en el mundo Telecom, ya no hablamos de megas sino de gigas y en poco tiempo de terabytes… ya que el negocio de transmisión de data está reemplazando a la comunicación hablada.

Nos reunimos un grupo de expertos en el presente Panel G de Gestión para abordar estos temas. Se conversó y discutió sobre las megas tendencias y su aplicabilidad para el caso local. Representantes de muchos sectores como: Banca y seguros, industrial, productos tecnológicos, aerolíneas, hospitalidad, retail y salud; nos compartieron sus experiencias, desafíos, inquietudes y anhelos. Por ello, quiero en este artículo de cierre, plantear y compartir a modo de síntesis el principal aprendizaje.

El futuro ya es pasado. Cuando uno está en el mar y viene inevitablemente una racha de olas grandes, tenemos tres opciones. Nadar o correr hacia la orilla y escapar al revolcón. La otra alternativa es adelantarnos y meternos mar adentro, para pasar las olas grandes si estamos a tiempo por arriba o si es inminente que revienten por abajo. Lo único que no debemos hacer nunca es quedarnos paralizados en el medio. Es la peor alternativa y decisión. Con la transformación digital pasa lo mismo. Podemos intentar negarla, huir, correr y como los avestruces enterrar la cabeza, pero seguramente seremos sustituidos. Caso contrario podemos como un buen surfista ir a la ola para correrla. Además, es más divertido.

De otro lado, este entorno actual es pródigo en nuevas oportunidades. Por lo que la clave para aprovecharlas es abrazarla, ir tras ellas sin miedo y con decisión. Es tomar el asiento de conductor y manejar como varios en el panel recomendaban tu propia transformación.

Por tanto, la transformación digital no es un tema de tecnología o del departamento de TI. Es un asunto del CEO y su equipo que tiene una pregunta clave por resolver. La sostenibilidad de su modelo de negocio actual y partir de allí construir su propio futuro.  Estamos ante una nueva frontera a la espera de los pioneros. Ojalá muchas empresas peruanas se transformen para cerrar brechas con países más desarrollados, formalizar e incluir más ciudadanos y dar una mejor vida a todos.

*Artículo publicado en la Revista G de Gestión en el Panel G sobre Transformación Digital. Abril, 2018.

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